Efecto placebo y contexto terapéutico: un reto en investigación clínica

El efecto placebo es definido como la reacción que provoca una sustancia que, aunque carece de poder curativo, tiene un resultado terapéutico sobre el paciente. A nivel neurobiológico, la respuesta del efecto placebo parece estar condicionada por el aprendizaje previo y por claves verbales y sociales.

Si bien los patrones neurofisiológicos están establecidos, este mecanismo aún se considera inespecífico. La subjetividad y la diversidad del efecto lo descarta como posible alternativa terapéutica en la práctica clínica actualmente.

La Sociedad Española de Neurología (SEN) y la neurocientífica Crisal Rodríguez coinciden en que este aspecto es uno de los menos estudiados y destacan la necesidad de seguir investigando.

En los últimos años se han investigado las bases neurobiológicas del efecto placebo. “La mayoría de los estudios están basados en técnicas de neuroimagen avanzada, como resonancia magnética cerebral y PET (tomografía por emisión de positrones)”, declaró el doctor Juan Carlos Portilla, vocal de la SEN.

Estos estudios, realizados fundamentalmente en personas con dolor y patologías neurológicas como la enfermedad de Parkinson, han demostrado que el efecto placebo viene mediado por respuestas neurológicas en áreas concretas (corteza cingulada anterior, ínsula, amígdala, corteza prefrontal derecha y tálamo).

Todas estas estructuras forman parte del sistema límbico. “La amígdala, al activarse, genera reacciones emocionales intensas como el miedo”, explicó Crisal Rodríguez. Además, podría haber relación con los sistemas serotoninérgico, dopaminérgico, opioides y endocanabinoides.

Esto sugiere una transición en el concepto general del placebo, desde la sugestión y el poder de la mente, a una fisiología real del efecto placebo. Sin embargo, la respuesta individual del efecto ha llevado a considerar que no exista un único efecto placebo, sino muchos, cada uno con distinto mecanismo en función de la patología y de la intervención terapéutica. Una de las áreas menos estudiadas es por qué no todos respondemos igual ante el efecto placebo. “Hay variables genéticas que generan mejores respuestas en unas personas que en otras”, comentó la neurocientífica.

Por su parte, el neurólogo Juan Carlos Portillo está de acuerdo en que los estudios de neuroimagen de los que disponen, aunque son escasos, indican que la influencia genética condiciona la variabilidad individual.

Según el especialista, los estudios indican que el efecto placebo está condicionado tanto por aspectos cognitivos como emocionales. Al mismo tiempo, otros aspectos psicológicos que influyen en la respuesta del paciente son las expectativas del enfermo y el condicionamiento reflejo.

El Boletín INFAC (Información Farmacoterapéutica de la Comarca) interpretó la perspectiva psicológica y asocia el condicionamiento seguido de expectativa: cuanto mayor es la expectativa del individuo, mayor es el efecto placebo, y mayor será el condicionamiento asociado al futuro.

En cuanto a la aplicación de este método actualmente, no es habitual que en la práctica clínica se utilice el efecto placebo como alternativa terapéutica, tal y como declaró el doctor Portillo. “Puede emplearse para estudiar algunos síntomas, fundamentalmente aquellos que plantean tener un origen psicológico”, hay evidencia de que el efecto no se anula del todo aunque el paciente sepa que se trata de un placebo, explicó el neurólogo.

No obstante, según los datos de la INFAC, “entre un 45% y un 97% de los médicos reconocen haber utilizado placebos, en la mayoría de los casos placebos impuros, como antibióticos para infecciones virales, analgésicos, fármacos a dosis subterapéuticas o vitaminas”. Las razones aducidas más frecuentes eran demanda injustificada de medicamentos por parte del paciente y/o agotamiento de otras opciones terapéuticas.

Desde la Sociedad Española de Neurología enumeran como patologías con mayor perspectiva clínica el dolor, tanto agudo como crónico, los trastornos de ansiedad, y las patologías neurológicas como la enfermedad de Parkinson.

De hecho, aunque el placebo figura como posible tratamiento para el dolor recomendado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, advierte de que la sustancia no actúa sobre las causas de la patología.

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