Primera Parte
Por la licenciada Ayaibex Montás, Psicóloga Clínica
Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mundial. A un nivel cuántico aún no entendemos porqué un determinado cerebro se enferma mentalmente y porque otro, ante los mismo estresores, se comporta de una forma sana.
Existen dos grupos de leyes que rigen nuestro universo (y, por lo tanto, también a los seres humanos). En nuestro mundo clásico de cada día, a nuestro tamaño y escala de tiempo, las cosas se explican según las leyes del movimiento de newton. Sin embargo, cuando llegamos a una escala más reducida, al nivel de los átomos, aparece un conjunto de leyes distintas. Son las leyes cuánticas.
Gracias a la ciencia, los humanos hemos alcanzado un entendimiento del universo y de nuestra especie que hace 200 años no teníamos. Nuestro cerebro no es ajeno a las leyes de la física, al contrario, está obligado a seguirlas.
Desde la neurociencia, que se propone descubrir las bases cerebrales de la conducta se abordan cuestiones como es el caso de la existencia del yo o la relación mente-cuerpo (Amor, 2015) diseñando los trazos de una nueva racionalidad práctica(Cortina, 2012). El estudio de los casos patológicos y las técnicas de neuroimagen, con ser muy valiosos, resultan insuficientes para llegar a resultados adecuadamente interpretables. Estas técnicas han supuesto un gran avance en el ámbito de la neurociencias, pero a la vez presentan grandes dificultades, porque no representan fotografías del cerebro, como podría entenderse equivocadamente, sino que requieren una buena dosis de interpretación, también resulta difícil precisar en qué consiste el término “correlato” cuando se dice que existe correlación entre una determinada conducta y la activación de redes cerebrales, y, por otra parte, esa activación se produce con distintas conductas. (Lavazza & Caro, 2010; Haynes, 2011).
Cuando una persona padece un trastorno mental tiene signos y síntomas observables y medibles para la ciencia. Ahora si ponemos una lupa y buscamos la génesis de estos trastornos entramos a un terreno cuántico.
Así, al ser humano lo rigen las leyes de la física clásica (determinista) y de la física cuántica (probabilística). Lo que implica esto para la salud mental es que a un nivel microscópico no entendemos bien como dos neuronas se comunican de la forma en que se comunican. ¿Porque Pensamos como pensamos?. Para Marvin Minsky, profesor del departamento de Ciencias de la Computación e Ingeniería Eléctrica del Massachusetts Institute of Technology (MIT): “El cerebro es una máquina terriblemente complicada, como mil ordenadores todos distintos; de momento sólo entendemos unas pocas funciones, pero en poco tiempo, quizá 100 años, es posible que las entendamos todas".
Saramago Plantea que el pensamiento es el conjunto de ideas propias o de una colectividad, lo que implica que no podemos pensar fuera de lo pensado y que siempre volvemos al mundo de la subjetividad.
Y la subjetividad es probabilística. La consciencia existe el límite entre el mundo clásico y el cuántico.
En un pensamiento sea éste normal o anormal, existen partículas subatómicas que como sabemos no son sólidas. Hasta donde hemos llegado es que dependiendo de cómo las miremos pueden comportarse como partículas o como ondas. Las partículas se pueden describir como objetos sólidos e independientes, que ocupan un lugar específico en el espacio. Las ondas, por el contrario, no están localizadas ni son sólidas, sino que están extendidas, como las ondas sonoras o las olas del agua. En cuanto ondas, los electrones o fotones no ocupan una posición precisa sino que existen como campos de probabilidad. Y en cuanto a partículas, el campo de probabilidades se desintegra y da paso a un objeto sólido localizable en un tiempo y lugar específico.
La energía oscura que une al universo debe también manifestarse en nuestro cerebro.
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