José Silié Ruiz
Neurólogo
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Tenemos en verdad dos cerebros y dos hemisferios, los dos primeros, son un cerebro primitivo y uno nuevo. Puede describirse el cerebro (con simplificación excesiva) como formado por tres partes: la superior, la media y la inferior. En la sección inferior, se ejecutan las funciones automáticas del cerebro, por ejemplo mantener el funcionamiento del corazón y los pulmones.
El cerebro medio participa de esas operaciones, pero también sirve de puente para pasar mensajes al cerebro superior o corteza cerebral. Esta parte superior del cerebro es la característica que por sí sola separa más definitivamente al hombre de los animales inferiores.
Mientras hemos estado desarrollando por siglos el cerebro nuevo o ¨neo encéfalo¨, hemos retenido naturalmente, todas las características del primitivo. Cuando se estimulan eléctricamente determinadas zonas dentro del cráneo, la persona muerde y araña como un animal.
En cierta medida, el cerebro primitivo representa el egoísmo sin freno, mientras que el nuevo es asiento de conceptos abstractos y complejos como el honor, el esprit de corps, la belleza y el amor. De ese equilibrio entre esas emociones profundas muy simples y primarias, y la racionalidad discriminativa y sensata, que nos da la ¨corteza superior¨ o sustancia gris, dependerá el equilibrio que nos permite cumplir con nuestro destino de especie superior.
La capacidad craneana media del hombre prehistórico era de 814 centímetros cúbicos. La del hombre moderno es de 1350. Nuestros sucesores bien pueden llegar a los 1725 centímetros cúbicos. No sólo ha ido aumentando constantemente el volumen del cerebro, sino que han ido mejorándose así mismos, los centros que intervienen en la intelección, por el sucesivo aumento de pliegues y circunvoluciones, y la mayor acumulación de neuronas y fibras nerviosas. De seguir la evolución en la dirección actual, dentro de medio millón de años no habrá peluquerías, todos serán calvos.
Pero volvamos a la razón del título de este conversatorio, cuál es la teoría de la mente (ToM, del inglés theory of mind) que es en verdad una herramienta conceptual que se vale de algunos supuestos de la psicología cognitiva, para explicar la capacidad de primates y humanos para atribuirle a otros individuos estados mentales distintos a los propios. Se considera generalmente, como una ¨metarrepresentación¨, es decir la representación de una relación entre representaciones, en este caso de las percepciones, pensamientos o emociones de otros en cuanto a que son distintas a las mías, el punto de mayor debate científico.
El neurofisiólogo norteamericano, el doctor Antonio Damasio, director del Instituto Neurológico de la Emoción en New York, una de las figuras más respetadas en el ámbito de explicar ¨el pensamiento¨ ha aportado algunas de las teorías más aceptadas de cómo funciona nuestro cerebro. Si sentirse feliz o triste corresponde a un cambio en la ¨actividad neural¨ de los estados corporales, se requiere de sustancias químicas que actúen sobre el origen de esas ¨representaciones neurales¨, o sea, sobre el cuerpo mismo.
Si en algo se involucra, los modos cognitivos bajo los cuales opera nuestro pensamiento, es indispensable que la bioquímica actúe sobre circuitos que generan o manipulan imágenes. Igualmente es necesario descubrir cómo las representaciones corporales moduladas de manera constante y adecuada se hacen ¨subjetivas¨, de qué manera se convierten en parte del yo que las posee. No podemos olvidar en este contexto la llamada plasticidad cerebral, que defiende la capacidad adaptativa y restauradora de las neuronas.
Planteado así, existen entonces dos mecanismos neurales que subyacen en los sentimientos: el primero, temprano en el proceso, ¨la actividad neural¨, que forma una representación topográficamente organizada en las cortezas sensoriales, es la actividad que forma transitoriamente una ¨representación¨ topográfica en nuestros cerebros, y otra en la llamada zona de convergencia, es el mecanismo llamado ¨yo neural¨, cuya comprensión puede aclararnos el proceso de subjetividad, característica clave de la conciencia, muy estudiada por la neurobiología. En la próxima y última entrega ¨conversaremos¨ concerniente a en qué idioma pensamos.
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