Los investigadores Joseph M. Courtney y Ad Bax han desarrollado un trabajo denominado “Hidratación del tracto respiratorio: una explicación alternativa por qué enmascara la gravedad más baja del COVID-19”.
Los autores detallan que la estacionalidad de las enfermedades respiratorias se ha relacionado, entre otros factores, con la baja humedad absoluta exterior y la baja humedad relativa interior, que aumentan la evaporación del agua en el revestimiento mucoso de las vías respiratorias.
“Demostramos que la respiración normal da como resultado un ciclo de absorción-desorción dentro de las mascarillas, donde el aire sobresaturado es absorbido por las fibras de la mascarilla durante la espiración, seguido de la evaporación durante la inspiración del aire ambiental seco”, señalan en el abstract de su publicación.
En el trabajo que fue publicado en el Biophysical Journal los investigadores explican que las máscaras de algodón de doble capa, que tienen una capacidad calorífica considerable, la temperatura del aire inspirado se eleva por encima de la temperatura ambiente y el aumento efectivo de la humedad relativa puede superar el 100 por ciento.
“Proponemos que el efecto de atenuación de la enfermedad recientemente informado de las mascarillas faciales genéricas está dominado por el fuerte aumento de la humedad del aire inspirado”, agregan.
Asimismo señalan que esta humedad elevada promueve la eliminación mucociliar de patógenos de los pulmones, tanto antes como después de que haya ocurrido una infección del tracto respiratorio superior.
En la investigación que fue apoyada por el Programa de Investigación del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales y el Programa de Blancos Antivirales Intramurales de los NIH, los autores detallan que el aclaramiento mucociliar eficaz puede retrasar y reducir la infección del tracto respiratorio inferior, mitigando así la gravedad de la enfermedad.
“Este modo de acción sugiere que las mascarillas pueden beneficiar al usuario incluso después de que haya ocurrido una infección en el tracto respiratorio superior, complementando la función tradicional de las mascarillas para limitar la transmisión de enfermedades de persona a persona. Este uso terapéutico potencial debe estudiarse más a fondo”, concluyen.
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