Dra. Angela Díaz Fermín, MPH.
La pandemia del SARS CoV 2 ha provocado que muchos asuntos en materia de salud pública hayan pasado a un segundo plano. Problemas de salud, intervenciones y enfermedades crónicas no transmisibles fueron puestas en una especie de pausa, esto por supuesto tendrá sus repercusiones a corto, mediano y largo plazo. Siendo los más afectados serán los niños, los pobres y los ancianos.
En el año 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el Decenio del Envejecimiento Saludable (2020-2030), lo que para muchos pasó sin pena ni gloria. Sobre todo en el ámbito de salud, pues como el resto del mundo, nos encontramos inmersos en remediar una enfermedad emergente y sin un tratamiento específico conocido, como es la COVID-19.
Sin embargo, hoy quisiera detenerme para hablarles del envejecimiento saludable. El mismo lo podemos definir como una estrategia de promoción de la salud que busca prepararnos para una vida larga, y es un término acuñado en la década de los años 90 del siglo pasado por la propia OMS.
Para nadie es un secreto que la buena salud añade vida a los años, por eso no es correcto pensar en que envejecer es sinónimo de enfermedad. Ya que el ser humano es único y distinto uno de otro, las personas envejecen según el tipo de vida que han llevado a lo largo de su existencia.
● Impacto sobre la práctica médica
El vivir una vida larga y plena es un logro mundial de finales del siglo XX, reflejo de avances en los ámbitos social, económico y de salud. Este último con el acceso universal a las vacunas, el uso de los antibióticos y estrategias de higiene en procedimientos quirúrgicos y partos seguros, ha revolucionado positivamente la vida de los seres humanos, permitiendo alcanzar una mayor esperanza de vida tanto para hombres como para mujeres.
El envejecimiento saludable puede y debe ser utilizado como estrategia que promueva la creación, implementación y seguimiento de políticas de salud pública enfocadas sobre todo en el primer nivel de prevención. Pudiendo apalancarse en el primer nivel de atención, ya que la participación de la comunidad es de gran importancia.
No obstante su impacto en la rehabilitación y calidad de vida de toda la población son innegables. De esta manera podemos ver que profesionales de la salud como médicos y enfermeras son importantes para la promoción de estilos de vida saludables en los pacientes, pero también debe incluirse al equipo de salud ampliado como promotores de salud, psicólogos, trabajadores sociales, entre otros, para verdaderamente impactar a las familias y las comunidades.
● ¿Solo atañe a los adultos mayores?
La respuesta a esta pregunta puede ser compleja y sencilla a la vez. Tomando en cuenta que los mayores beneficiarios, en lo inmediato, son los adultos mayores. Sin embargo, el proceso de prevención de la salud debe comenzar desde mucho antes, como lo señalan expertos de la OMS, al especificar que desde la adolescencia se van sentando las bases de lo que será nuestra vejez en el futuro. Viendo que impacta la alimentación, la actividad física, las enfermedades que sufrimos, el acceso a la atención en salud oportuna y hasta la propia visión cultural de lo que significa envejecer.
Por lo que debe considerarse el empoderamiento de las personas de todas las edades, para hacer realidad un cambio de mentalidad con respecto al autocuidado y la adopción de hábitos saludables como parte de sus rutinas diarias, en edades claves como la niñez y la adolescencia.
● Y en Dominicana, ¿qué?
Incluir la salud como un eje importante en todas las políticas públicas de la República Dominicana continúa siendo un reto al que nos enfrentamos cada día. Y todo esto toma un sentido más delicado en cuanto a lograr una vejez saludable para todo dominicano y dominicana, ya que el envejecimiento de la población es un desafío real y ya no solo para el futuro sino para el presente de nuestra nación. Lo que debe movernos a adecuar los servicios de salud, las instalaciones sanitarias y al personal sanitario, desde la inclusión de los modelos de promoción de la salud y de prestación de servicios en toda la red de atención, adaptados para todas las etapas de la vida (incluyendo la discapacidad permanente y/o transitoria de un individuo). Permitiendo salir del enfoque curativo hacia el enfoque preventivo, dejando de ser reactivos para convertirse en proactivos, saliendo en búsqueda de los miembros de la comunidad antes de que se conviertan en pacientes o en enfermos crónicos. Buscando cambiar el concepto sobre la vejez en toda la población y el sistema de salud.
Este esfuerzo plantea la inclusión de las universidades formadoras de los recursos humanos en salud, para un cambio de paradigma educativo y también a las escuelas, con mensajes que se enfoquen en la promoción de la salud como un bien de valor incalculable, y hasta los medios de comunicación juegan un papel de gran valor en el mercadeo de la salud frente al envejecimiento saludable. Con estos pasos podemos asegurar que la generación de relevo pueda estar preparada en el cambio de comportamiento de forma permanente que nos lleve a asimilar que los viejos no son enfermos, sino personas que pueden vivir una vida larga y en salud.
Angela Díaz Fermín, MPH
La doctora Díaz Fermín es médico salubrista con especialidad en gerencia de proyectos, con una experiencia de 16 años en el desarrollo, implementación y monitoreo de proyectos relacionados con el VIH, la tuberculosis y la malaria. Así como una experiencia docente de 20 años que abarca tanto el grado como postgrado, la coordinación de enseñanza, gestión del conocimiento, desarrollo de programas de educación médica a nivel de especialidad, y educación continua de recursos humanos para la salud.
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