Las interfaces cerebro-ordenador son dispositivos de ayuda cada vez más avanzados y que algún día podrán ayudar a todas las personas con lesiones cerebrales o medulares a moverse o comunicarse.
Estas interfaces dependen de sensores implantables que registran las señales eléctricas del cerebro.
Las interfaces se guían por esas señales para accionar dispositivos externos como ordenadores o prótesis robóticas.
La mayoría de las interfaces cerebro-ordenador actuales utilizan uno o dos sensores para tomar muestras de señales de, como mucho, unos pocos cientos de neuronas.
Sin embargo, sería mucho mejor lograr sistemas capaces de recoger datos de grupos mucho más grandes de células cerebrales.
Ahora, el equipo de Arto Nurmikko, de la Universidad Brown en Estados Unidos, ha dado un paso clave en esa dirección, concretamente hacia un nuevo concepto para una futura interfaz cerebro-ordenador: una que emplea una red coordinada de numerosos sensores neuronales independientes, inalámbricos y diminutos.
Cada uno de estos sensores neuronales tiene el tamaño de un grano de sal, y es capaz de registrar la actividad cerebral y también de estimularla.
Los nuevos sensores registran de forma independiente los impulsos eléctricos producidos por las neuronas que disparan señales.
Esos sensores envían entonces las señales de forma inalámbrica a un núcleo central, que las procesa y las coordina.
Fuente: NCYT
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