De acuerdo a la doctora Lenny Figueroa, las vacunas han reafirmado su lugar como uno de los mayores avances en salud pública de todos los tiempos.
“Durante años, las vacunas han protegido a personas de todas las edades, desde recién nacidos hasta adultos mayores, de una manera segura y eficaz. Su uso generalizado ha permitido el control, la eliminación o casi eliminación de muchas enfermedades infecciosas y que alguna vez fueron letales”, señaló.
Adicionalmente, los adultos deben recibir la vacuna triple contra el tétano, la difteria y la tosferina (Tdap, por sus siglas en inglés), causante de múltiples problemas respiratorios. En caso la persona nunca haya sido vacunada con Tdap, se recomienda hacerlo lo antes posible, y a quienes la tienen, colocarse un refuerzo contra el tétanos y la difteria cada 10 años.
Otras vacunas igual de importantes son la vacuna contra el herpes zóster (culebrilla) para adultos mayores de 50 años, la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) sobre todo en mujeres jóvenes y más recientemente, la vacuna contra la COVID-19, que disminuye los riesgos de enfermar gravemente y de muerte.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan las vacunas en función del esquema de vacunación de cada país, la edad, el estilo de vida y la ocupación de la persona, entre otros. No obstante, en el caso de los adultos y adultos mayores, es recomendable que estén al día con sus vacunas, pues la inmunidad adquirida por la vacunación durante la infancia puede desaparecer con el tiempo.
A medida que el cuerpo envejece, el sistema inmune se debilita y es probable que incremente el riesgo de contraer diversas enfermedades. Gracias a las vacunas, es posible que el cuerpo desarrolle los anticuerpos protectores y las proteínas que ayudan al organismo a combatir diversas infecciones.
Vacunarse contra diferentes enfermedades puede no solo proteger a quien recibe la inyección, sino también, evita la propagación de enfermedades prevenibles a otras personas de la familia o de la comunidad, incluso hacia aquellos quienes no pueden aplicarse ciertas vacunas debido a su edad o estado de salud.
“Actualmente, gracias a los avances en medicina, es posible tratar a un paciente con una infección grave mediante antibióticos u otros medicamentos que ayudan al cuerpo a combatir el microorganismo. Sin bien son efectivos, batallar contra una infección ya avanzada y que haya requerido hospitalización, no es tan sencillo y acá es cuando hubiese sido mejor prevenirla desde el inicio”, comentó la doctora Figueroa.
Destacó que las vacunas son de suma importancia en este sentido, pues preparan a nuestro sistema inmune contra el virus o bacteria, para que este lo neutralice y destruya antes de que se propague.
La doctora Figueroa, líder médica de Vacunas para Pfizer Centroamérica y Caribe (CAC) destacó que las tasas de vacunación en adultos suelen ser más bajas comparadas con las de los niños y la inmunidad de las vacunas infantiles puede desaparecer con los años, por lo que resulta importante que los adultos -incluyendo mayores de 65 años- continúen vacunándose con base en las referencias de su médico tratante, para tener un envejecimiento saludable y una mejor calidad de vida.
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