Un equipo de investigadores del IDIBELL y la Universidad de Barcelona han identificado un potencial biomarcador de la evolución de la enfermedad de Parkinson. Según el nuevo estudio, publicado en la revista npj Parkinson’s Disease, los pacientes con una progresión lenta de la enfermedad tendrían un aumento significativo de los niveles de una molécula llamada ecto-GPR37 en el líquido cefalorraquídeo. Estos resultados podrían tener importantes implicaciones para el tratamiento de los pacientes de esta enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por trastornos del movimiento como temblores, rigidez, lentitud de movimiento o inestabilidad postural.
«Lo que sugiere este estudio es que este biomarcador podría servir para definir si la progresión de la enfermedad será rápida o lenta. A nivel clínico, poder hacer esta estratificación es muy importante porque la gestión de los pacientes con enfermedad de Parkinson de progresión lenta frente a los de progresión rápida implica un enfoque clínico diferente», explica el jefe del grupo de investigación en neurofarmacología y dolor del IDIBELL y la UB, Francisco Ciruela.
Según el investigador, en el caso de los pacientes con progresión rápida se produce un inicio y empeoramiento rápido de los síntomas, fluctuaciones y complicaciones motoras, y un aumento de la probabilidad de deterioro cognitivo y síntomas psiquiátricos. Por otro lado, los pacientes con progresión lenta tienen un inicio y progresión gradual de los síntomas, pueden mantener niveles más altos de habilidad funcional y durante más tiempo. Además, a menudo presentan síntomas más leves, especialmente en las etapas iniciales. «Si la enfermedad progresa rápidamente, el pronóstico es peor que si progresa lentamente, donde se puede manejar más bien como una enfermedad crónica. En consecuencia, en enfermos de progresión rápida se requiere un manejo clínico más complejo que en los de progresión lenta, que tienen un mejor pronóstico», destaca el investigador, que ha liderado la investigación.
En el trabajo también han participado investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz, el Karolinska Institutet (Suecia), la Universidad de California (Estados Unidos) y el King’s College London (Reino Unido).
Estudio con muestras de pacientes de diferentes enfermedades neurodegenerativas
Esta investigación es la continuación de un estudio de 2021 del mismo equipo investigador, que descubrió que ecto-GPR37, presente en células neuronales de nuestro cerebro, podría ser un prometedor candidato a biomarcador diagnóstico de la enfermedad de Parkinson. Ecto-GPR37 es un fragmento de un receptor neuronal huérfano acoplado a la proteína GPR37. Aunque se trata de un receptor asociado a la enfermedad de Parkinson, todavía no se conoce su función neuronal ni su ligando endógeno, es decir, la molécula específica a la que se une.
Para validar estos resultados anteriores y comprobar si este potencial biomarcador es específico de la enfermedad de Parkinson, los investigadores han analizado ahora el procesamiento de GPR37 en el cerebro y la presencia de ecto-GPR37 en el líquido cefalorraquídeo de pacientes de parkinson, alzheimer y también de otras enfermedades neurodegenerativas con características clínicas similares al Parkinson como la atrofia sistémica múltiple, la degeneración corticobasal y la parálisis supranuclear progresiva. «A pesar de las similitudes, los pacientes de estas enfermedades tienen un pronóstico diferente y no responden a la levodopa, el tratamiento principal del Parkinson. Por lo tanto, la exploración de nuevos biomarcadores es esencial para estratificar con precisión a los pacientes, especialmente en las primeras etapas, cuando el diagnóstico es más desafiante», explican los investigadores en el artículo.
Los resultados de este análisis muestran que los niveles de ecto-GPR37 solo aumentaron en pacientes con enfermedad de Parkinson de progresión lenta y no en la tipología rápida ni en el resto de enfermedades. «Este descubrimiento sugiere una posible conexión entre el procesamiento/expresión de GPR37 y la velocidad de progresión de la enfermedad», explica Francisco Ciruela.
Según los investigadores, la explicación más plausible sobre la presencia de ecto-GPR37 en el cerebro se debería a que cuando el receptor GPR37 llega a la superficie de las neuronas, se fragmenta y libera ecto-GPR37 hacia el exterior de la célula. Como resultado de este procesamiento, en este tipo de parkinsonismo de progresión lenta, ecto-GPR37 circularía en concentraciones más elevadas por el líquido cefalorraquídeo, el fluido que rodea del cerebro y la médula espinal.
Por otra parte, los investigadores también han descrito un patrón diferencial de procesamiento y expresión de GPR37 en las otras enfermedades neurodegenerativas analizadas. «Esto subraya la utilidad potencial de GPR37 también para distinguir entre diferentes condiciones neurodegenerativas», añade el Dr Ciruela.
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