Un estudio con más de 2.000 niños y niñas ha encontrado que la exposición a altas temperaturas ambientales podría reducir la conectividad en ciertas áreas del cerebro de los preadolescentes, lo que podría impactar en funciones cognitivas como la memoria, la atención y la toma de decisiones.
La investigación, liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), en colaboración con otras instituciones europeas, ha sido publicada en el Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.
El estudio analizó los datos de 2.229 niños y niñas de entre 9 y 12 años de la cohorte “Generación R” en Rotterdam, Países Bajos. Utilizando resonancias magnéticas cerebrales y modelos climáticos urbanos, los investigadores determinaron que las altas temperaturas en la semana previa al estudio estaban relacionadas con una menor conectividad en tres redes cerebrales esenciales:
- Red medial-parietal: vinculada con la introspección y la percepción de uno mismo.
- Red de saliencia: encargada de detectar y priorizar estímulos del entorno.
- Red del hipocampo: fundamental para la memoria y el aprendizaje.
Estos hallazgos sugieren que, bajo temperaturas elevadas, el cerebro de los niños podría funcionar de manera menos sincronizada, lo que podría afectar su capacidad de concentración, memoria y toma de decisiones.
Los expertos advierten que las alteraciones en la conectividad cerebral podrían estar relacionadas con problemas de salud mental. Estudios previos han asociado la disrupción en la red de saliencia con ideaciones suicidas y trastornos de ansiedad en adolescentes.
“Las altas temperaturas podrían disminuir la conectividad funcional de esta red, contribuyendo indirectamente a un mayor riesgo de suicidio en personas con problemas de salud mental preexistentes”, explicó Carles Soriano-Mas, investigador de IDIBELL y la Universidad de Barcelona.
Los investigadores señalan que estos hallazgos refuerzan la necesidad de implementar políticas de salud pública para proteger a niños y adolescentes de los efectos del calor extremo.
“El cambio climático es una realidad y sus impactos en la salud cerebral infantil no pueden ignorarse”, afirmó Mònica Guxens, autora del estudio e investigadora en ISGlobal.Este estudio abre nuevas líneas de investigación sobre cómo el calor extremo puede afectar la función cerebral y la salud mental en la infancia, subrayando la urgencia de tomar medidas preventivas en un contexto de calentamiento global.
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