Por el doctor Miguel Santos, Auditor Médico
En las últimas semanas de este año, que en unos pocos días finalizará, hemos visto como se han recrudecido las disputas entre varios de los actores del Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS), en relación a la tan anhelada entrada de la Atención Primaria (AP, que en realidad debe llamarse el Primer Nivel de Atención) en el Régimen Contributivo, puesto que, para el Régimen Subsidiado en nuestro país, esta ha sido implementada hace varios años (algo que aparentemente ignoran algunos de los dirigentes del CMD, dado que una de sus argumentaciones en relación a su oposición a la implementación de la AP en el Régimen Contributivo, es “que las autoridades de salud y el Gobierno Dominicano sean garante de la salud de la población y protección de los más vulnerables”.
El Colegio Médico Dominicano, en compañía de una Asociación con fines de lucro llamada ANDECLIP (Asociación Nacional de Clínicas Privadas), lugar donde convergen una parte de los centros privados de nuestro país, que se benefician económicamente de la forma en que se está permitiendo que se maneje el actual sistema y obviamente son los principales opositores a la entrada e implementación de la AP. De todos los actores involucrados en el sistema sanitario, sólo el Gobierno (cualquiera que fuese el partido de turno), en la teoría debe ser el garante de la seguridad social, especialmente del derecho a la salud de toda la población, no fraccionada (artículos 60 y 61 de nuestra Constitución), sin tomar en cuenta la capacidad de pago de los afiliados, para ofertar los servicios de salud necesarios a la población afiliada o no al SDSS.
En nuestro sistema de salud como en toda actividad económica, se presentan intereses individuales, sectoriales y colectivos que son inherentes a cada uno de los actores que forman el mismo, es, por lo tanto, que vemos en repetidas ocasiones como cada quien, expone sus argumentos defendiendo lo que entiende le “conviene”, dejando de lado los intereses que beneficien a la mayoría.
Según Wikipedia, define el mercado como “un conjunto de transacciones de procesos o intercambios de bienes o servicios entre individuos”. Al negocio, lo define como “un método de formar u obtener dinero a cambio de productos, servicios o cualquier otra actividad que se quiera desarrollar”.
Vistas estas definiciones sobre lo que en varias ocasiones he llamado el “Negocio o Mercado de la Salud”, porque obviamente, se produce un intercambio entre un oferente y un demandante de los servicios de salud, ese proceso implica un valor que alguien debe costear. Por lo tanto, en esta ecuación todos los involucrados son importantes para que el mercado continúe, tratándose de salud es necesario que los prestadores entiendan que se deben satisfacer las necesidades y preferencias del consumidor con calidad.
Ninguna empresa de salud se encuentra completamente sola, puesto que existe la competencia al formar parte de una red de prestadores tanto a nivel regional como nacional, lo que se debe en parte al proceso de la globalización que nos ha permitido poder colocar recursos en diferentes lugares al mismo tiempo, con el objetivo de incrementar la rentabilidad. Infortunadamente, muchos fracasan por tomar medidas inadecuadas en cuanto a las estrategias de negocios, al omitir el análisis tanto externo como interno que les permitiría mantenerse en el tiempo, pues desde la creación de la empresa, todos buscan permanecer y ser rentables.
El profesor Michael Porter estableció en 1979 un modelo estratégico para analizar el nivel de la competencia dentro de una industria, además de desarrollar una estrategia de negocios (la salud se comporta como tal, puesto que transforma entradas para convertirlas en salidas y satisfacer las necesidades del hombre). Este modelo se le llama las cinco fuerzas de Porter.
Estas fuerzas incluyen la rivalidad entre competidores (sin dudas, la más poderosa de todas, ya que moldea las acciones a tomar por la empresa de salud), la fuerza de los proveedores, especialmente los de la industria farmacéutica que con cierta frecuencia incrementan los precios de sus productos y son más exigentes en la frecuencia de pagos; la amenaza de entrada de nuevos competidores, o sea, de alguna empresa o especialista que preste los mismos servicios, lo que implica que el pastel debe ser repartido y se reduce la porción; la fuerza de los productos sustitutos, especialmente en el ramo farmacéutico donde un producto sustituye a otro, como es el caso del uso de los analgésicos y antibióticos; por último, el que debería ser la mayor fuerza, sin embargo, en nuestra sociedad actual, la fuerza de negociación de los consumidores (clientes, afiliados, no afiliados) es escasa, adrede o no, los que consumimos (demandantes o compradores) los servicios, hemos omitido consciente o inconscientemente la oportunidad de tomar la decisión que más nos beneficia, en este caso en particular, la Atención Primaria.
Por ello, sería seriamente saludable para nuestro sistema de salud que existiese la posibilidad de que los usuarios puedan intervenir en las decisiones de las atenciones de salud que reciben de nuestros facultativos (difícil, sin embargo, no imposible) y de las instituciones del estado dominicano llamadas a ser los garantes en los aspectos de seguridad social, utilizando mecanismos mediante los cuales, pudiésemos recoger los datos que nos den la información necesaria para ser analizada, tomar decisiones más sabias y actuar en consecuencia, a favor de la mayoría.
La AP es un nicho de mercado importante para aquellos que pretendan mantenerse en la actividad económica de la salud en nuestro país, que es dinámica.
Por la salud del mercado, es que los actores del SDSS, especialmente los que prestan los servicios (PSS y médicos en sentido general), deben establecer estrategias de éxito que les permitan sobrevivir y existir de manera honrosa en un mercado competitivo, mediante el uso de esas estrategias que tienen que ver específicamente con el conocimiento de las necesidades de los clientes, hacia dónde se mueve el mercado, dejando de mantener una crítica constante a lo que realiza o no el otro, además de descartar la utilización de prácticas monopólicas y demagógicas.
Si aunamos esfuerzos y nos enfocamos en ofrecer servicios con calidad en beneficio de todos (ganar-ganar) tendremos el país que queremos.
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