Por la Dra. Lissette Batista, Médico Gastroenteróloga y Endoscopista. Barcelona, España.
La infección por COVID-19 ha afectado a unos 38 millones de personas a nivel mundial, lo que supone una importante crisis sanitaria y un verdadero reto para el sistema de salud. Se sabe bien que el SARS-CoV-2 infecta al huésped a través de los receptores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA-2), que se encuentran en las células del sistema respiratorio (neumocitos) pero también en células del tubo digestivo, sobretodo en el intestino delgado. Recientes investigaciones han demostrado que el ARN viral se encuentra en las heces, lo que sugiere que puede haber una vía de transmisión del virus fecal-oral. El virus puede permanecer en las heces de pacientes infectados de manera prolongada incluso cuando el virus se ha aclarado a nivel respiratorio. La infección por SARS-CoV-2 puede causar sintomatología digestiva, principalmente diarrea ,anorexia, náuseas y vómitos, se puede presentar síntomas digestivos previos a los síntomas respiratorios. Por lo general el cuadro digestivo es leve pero existen estudios que muestran que las manifestaciones digestivas se asocian de manera significativa con enfermedad de curso grave.
La afectación hepática es frecuente, principalmente elevación de las transaminasas y bilirrubina de forma leve y transitoria, aunque hay reportados casi una tercera parte de casos con afectación hepática grave ya sea por daño directo o por respuesta inflamatoria sistémica. La tasa de mortalidad en pacientes con cirrosis hepática es elevada alcanzando hasta un 36 por ciento.
En cuanto al área endoscópica , estos procedimientos se consideran de alto riesgo de infección por la producción de aerosoles. La utilización de equipos de protección individual por parte del personal sanitario es de vital importancia. Actualmente se ha tenido que reorganizar toda la actividad endoscópica para evitar posibles contagios entre el personal. Se debe realizar un correcto cribado previo a la prueba , además de reanudación gradual de las agendas endoscópicas estratificando grados de prioridad.
Por último, en el caso de pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal , hasta el momento no hay suficiente evidencia científica que demuestre que este grupo de pacientes tenga mayor riesgo de infección por SARS-CoV-2, si bien es cierto que estos pacientes hacen un uso frecuente de tratamientos biológicos e inmunosupresores. Es difícil establecer el pronóstico de pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal y COVID-19 ,ya que no disponemos de investigaciones a largo plazo. Debemos de ser cautos con estas afirmaciones pues podrían modificarse según los cambios epidemiológicos que se vayan experimentando.
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