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Día Mundial de la Enfermedad Hepática no Alcohólica

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Por la doctora Alicia Troncoso

Médico endocrinóloga

Presidente de la Sociedad Dominicana de Endocrinología y Nutrición (SODENN)

El 12 de cada año se celebra el Día Mundial de la Enfermedad Hepática no Alcohólica comúnmente llamada hígado graso, dedicado al cuidado y a la concienciación sobre esta condición en varias poblaciones, en la población en general, en la población que tiene riesgo, en la comunidad médica, las autoridades de salud pública y el medio.

La Sociedad Dominicana de Endocrinología y Nutrición se une a esta conmemoración de la enfermedad grasa hepática no alcohólica. Esta es la enfermedad hepática crónica más común en adultos, en los países en desarrollo y afecta más del 30 por ciento de la población, quiere decir una de 3 o 4 personas pueden tener hígado graso.

Es una enfermedad en la que el hígado acumula grasa (esteatosis), progresando hasta convertirse en lo que se denomina esteatohepatitis no alcohólica y esta no se asocia al abuso del alcohol. La esteatohepatitis no alcohólica es la consecuencia del consumo de altas cantidades de azúcares y de grasa en la dieta e insuficiente actividad física.

Esta condición está asociada al sobrepeso, la obesidad y a diabetes mellitus tipo 2, por eso se califica como una enfermedad metabólica, su prevalencia en estas poblaciones es de alrededor del 70 por ciento. Un tercio de las personas con hipertensión arterial pueden tener hígado graso, la mitad de las personas con dislipidemia tienen hígado graso, el 60-70 por ciento de las personas con diabetes pueden tener hígado graso y el 90 por ciento de las personas que van a realizarse una cirugía bariátrica tienen hígado graso.

Esta acumulación de grasa en el hígado comienza a ser incrementada cuando excede el 5 por ciento de las células grasas del hígado. En muchos pacientes esta acumulación de grasa es benigna, en otros pacientes progresa a la inflamación y balonamiento de las células hepáticas y conlleva a  progresión de la enfermedad y finalmente puede presentar cirrosis hepática.

Además del sobrepeso, la obesidad y   diabetes mellitus tipo 2, constituyen factores de riesgo para desarrollar esta enfermedad  la insulino resistencia y el síndrome metabólico.

Diagnóstico

El diagnóstico de la esteatohepatitis no alcohólica se realiza con las enzimas hepáticas, las ALT y AST, en la que la ALT es usualmente mayor que la AST, por sonografía abdominal también podemos hacer el diagnóstico, es de elección para el escrutinio en aquellos pacientes con sospecha de la enfermedad.

Otros métodos diagnósticos son la elastografía por resonancia magnética, la elastografía transitoria controlada por vibración o fibroscan y la biopsia de hígado. También existen unos puntajes de fibrosis para la enfermedad hepática no alcohólica, con variables como edad, índice de masa corporal, si hay diabetes, índice de la AST/ALT, el nivel de plaquetas y de albúmina, que nos ayudan a detectar la presencia de esta enfermedad.

Tratamiento

El tratamiento de esta enfermedad  está enfocado en varias aspectos: intervención en el estilo de vida, tratamiento farmacológico de la enfermedad hepática, tratamiento de la alteración de la glucosa o diabetes, tratamiento del aumento de la grasa y controlar otros factores de riesgo cardiovascular.

Las modificaciones del estilo de vida incluyen pérdida de peso, cambios en el régimen alimenticio, ejercicios. La disminución del 7 al 10 por ciento del peso puede mejorar esta grasa y la inflamación en el hígado pero no la fibrosis, es ideal una dieta saludable, baja en carbohidratos, sobre todo si el paciente tiene diabetes, baja en grasas trans y grasas saturadas.

El ejercicio promueve el bienestar, reduce la grasa hepática e intraabdominal y mejora la insulino resistencia. Se recomienda caminar, trotar, yoga, tenis, bicicleta o natación, al menos 30 o 60 minutos, de tres a cinco veces por semana.

En cuanto al tratamiento farmacológico es importante hablar con su endocrinólogo, para determinar qué fármaco puede utilizar.  Se ha demostrado que el uso de vitamina E, pioglitazona y agonistas de GLP-1 pueden mejorar esta condición.

Si sospecha o presenta esta condición, consulte con su endocrinólogo, para tratar y evitar esta fibrosis y ulterior cirrosis en el hígado. 

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