WASHINGTON – La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó un nuevo medicamento biosimilar, el décimo en menos de tres años, marcando una tendencia global que apunta a la reducción de los costos tanto de países como de personas en enfrentar enfermedades graves y tratamientos considerados caros.
La autoridad regulatoria de Estados Unidos informó que aprobó el medicamento a Retacrit como un biosimilar de Epogen/Procrit para el tratamiento de la anemia debido a la enfermedad renal crónica (ERC) en pacientes en diálisis y no en diálisis, o por el uso de zidovudina en pacientes con infección por VIH.
La FDA otorgó la aprobación de este medicamento que pertenece a Hospira Inc., una compañía de Pfizer, la segunda firma de mayor facturación en el mundo en el 2017. El laboratorio compró esta compañía especializada en biosimilares y medicamentos inyectables en el 2016, y estima que el mercado de biosimilares alcance los 20.000 millones de dólares (17.955 millones de euros) en 2020.
Los medicamentos biosimilares son indicados para el tratamiento de enfermedades de alta necesidad médica como el cáncer, enfermedades inflamatorias y la diabetes. El biosimilar es equivalente al medicamento biotecnológico innovador en términos de eficacia, seguridad y calidad ya que su principio activo es esencialmente la misma sustancia biológica. Está opción reduce los precios entre 20 y 40%, en comparación a los biotecnológicos innovadores.
Además, se garantiza la misma calidad y eficacia debido a las regulaciones que han adoptado para estos medicamentos las agencias de Estados Unidos, Europa y también América latina, en donde se destacan las agencias ANMAT de Argentina y ANVISA de Brasil.
De igual forma, su menor costo contribuye al financiamiento de los sistemas de salud sino que además promueve la accesibilidad de terapias de alto costo, es decir, más pacientes pueden acceder a estas terapias.
Por otro lado, se informó que la Asociación Latinoamericana de Industrias Farmacéuticas (ALIFAR) denunció en su reunión anual realizada en Uruguay el pasado 10 de mayo a aquellos laboratorios productores de biotecnológicos “que restringen la competencia y monopolizan el mercado de productos de alto costo, limitando la participación de los productos biosimilares”.
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