ESPAÑA. - En su última comedia, “El enfermo imaginario”, el escritor francés Molière relató las hazañas de un hipocondríaco que, “obsesionado con la idea de que está enfermo, pasa su vida consultando a médicos e ingiriendo medicinas”. Hoy, más de tres siglos después, estos pacientes continúan la incesante búsqueda de su grave enfermedad, esta vez, con un nuevo aliado: Internet
La hipocondría es el convencimiento o la creencia de padecer una grave enfermedad, auto diagnosticada por el propio sujeto a partir de una interpretación errónea de sus síntomas.
Estos pacientes acuden al médico en busca de respuestas y, aunque en un primer momento pueden sentir alivio, al salir de la consulta los pensamientos vuelven: ¿y si en esta ocasión el electrocardiograma y el holter no han podido detectar mis problemas de corazón?
“Se trata de una vía para expresar los problemas emocionales de una forma física, pero puede ser grave en algunas personas, llegando a resultar invalidante cuando se entra en una espiral de pruebas, diagnósticos y tratamientos”, explica el doctor Enric Aragonés, coordinador del grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC).
Las personas hipocondríacas siempre llevan su diagnóstico al aspecto somático y no al psíquico. “Los síntomas son reales, todos tenemos dolores de cabeza en algún momento, pero lo que es patológico es la interpretación que se hace de esos síntomas porque, en este caso, una persona hipocondríaca va a pensar que tiene un tumor cerebral incipiente. Si una persona focaliza toda la atención sobre su pesadez de estómago la va a notar más y, en consecuencia, va a intensificar esa molestia”, afirma.
Riesgos de Internet
La información es la herramienta más valiosa para la persona hipocondríaca en la búsqueda de su supuesta enfermedad y, en este sentido, Internet se ha convertido en un arma de doble filo.
El problema radica en que, a pesar de la rigurosidad científica de la fuente consultada, las creencias y la falta de espíritu crítico hacen que el paciente rápidamente asuma una patología como propia si cree tener varios de los síntomas.
“Internet juega los dos papeles, el bueno y el malo. Si la persona lee sobre hipocondría en una web y decide consultar a un psicólogo para tratar su problema, puede ser de gran ayuda. Pero cuando uno tiene miedo, hace una lectura selectiva, como ocurre también en los trastornos de anorexia”, explica el psicólogo Enrique García Huete.
De igual manera, los foros constituyen otro riesgo importante porque algunos usuarios pueden llegar a fomentar la desconfianza hacia los médicos y ofrecer falsos diagnósticos.
“Internet es una fuente de información sobre enfermedades, síntomas y tratamientos de muy fácil acceso y sin filtro. Para un paciente preocupado de manera enfermiza por su salud esto puede ser realmente contraproducente”, señala el doctor Aragonés.
Perfil del paciente con hipocondría
“Los pacientes hipocondríacos responden muy frecuentemente a un perfil: se trata de personas emocionales y sugestionables que, al haber pensado o percibido en su entorno una enfermedad, la asumen como propia”, explica García Huete.
El experto insiste en la necesidad de diferenciar la hipocondriasis de la tanatofobia (miedo a la muerte). En este último caso, el paciente -a diferencia del primero- no acude al médico por miedo a recibir un diagnóstico fatal.
La hipocondría no es una enfermedad en sí misma, sino la manifestación de un trastorno emocional subyacente que puede ser fruto de la ansiedad o de una depresión.
Las distintas manifestaciones físicas de la ansiedad en el cuerpo, como taquicardias, cefaleas o tensión muscular, se interpretan siempre de manera alarmante y sin atender al aspecto psicológico, lo cual genera aún más ansiedad. Si la persona presta atención al latido de su corazón y cree percibir alguna irregularidad, se asusta y su corazón va a latir más deprisa, acentuándose ese círculo vicioso.
Por ello, el tratamiento de base se centra en reducir la ansiedad y proporcionar al sujeto las claves para que ciertos diagnósticos no se reproduzcan en su cabeza.
“Se ofrecen datos epidemiológicos al paciente, por ejemplo, se le informa de que los problemas cardíacos suelen darse en varones de más de 50 años que tengan hipercolesterolemia (colesterol alto) o arterioesclerosis, para que cuando aparezca la idea de riesgo potencial de infarto, directamente haya un cambio de pensamiento”, expone el doctor García Huete.
Peregrinación médica
Otro parámetro que se da en la hipocondría es la peregrinación médica.
Para el experto en psicología, “si imaginamos una balanza de la seguridad que me han dado los médicos y el miedo irracional, el miedo sigue ganando, por eso hay personas que pueden consultar más de diez veces el mismo problema. Los más sofisticados siempre piensan que tienen una enfermedad rara que no se puede diagnosticar por los medios actuales”.
Tal y como afirma el doctor Aragonés, la relación con los pacientes es un caballo de batalla para los médicos porque, aunque los análisis descarten cualquier enfermedad física, al final del día los pensamientos vuelven.
Fuente: EFE Salud
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