TOKIO. - El descubrimiento de cómo funciona la autofagia, que actúa como una brigada de limpieza para eliminar y reciclar residuos de las células, ha sido reconocido con el premio Nobel de Medicina 2016. El galardón se ha concedido al biólogo japonés Yoshinori Ohsumi, del Instituto de Tecnología de Tokio.
Según ha destacado la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) al anunciar el premio, la autofagia es “un proceso fundamental para degradar y reciclar los componentes de las células”. Este proceso “tiene una importancia fundamental en muchos procesos fisiológicos”, como la defensa ante las infecciones o el envejecimiento. Y está involucrado en múltiples enfermedades, “incluidos el cáncer y las enfermedades neurológicas”.
Nacido en Fukuoka en 1945, Ohsumi se doctoró en la Universidad de Tokio en 1974, amplió su formación como investigador postdoctoral durante tres años en la Universidad Rockefeller de Nueva York y regresó después a la Universidad de Tokio. En el año 2009 se trasladó al Instituto de Tecnología de Tokio.
La autofagia consiste en comer (fagia) los propios restos (auto). El concepto se descubrió en los años 60, cuando se vio por primera vez que las células pueden destruir sus residuos envolviéndolos en membranas que actúan como bolsas de basura; y transportando después estas bolsas al lisosoma, un componente de las células que actúa como planta de reciclaje.
Sin embargo, el proceso no se comprendió bien hasta los años 90, cuando Ohsumi, “en una serie de experimentos brillantes (...) identificó genes esenciales para la autofagia”, destaca la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska. “Los descubrimientos de Ohsumi llevaron a un nuevo paradigma en nuestra comprensión de cómo la célula recicla sus contenidos”.
Ohsumi descubrió los genes que regulan la autofagia en levaduras, identificó después las proteínas que las células producen a partir de estos genes y demostró finalmente que este proceso no se da únicamente en levaduras sino también en las células humanas.
La autofagia es reconocida hoy como un proceso fundamental para el correcto funcionamiento del cuerpo humano. Interviene en el desarrollo embrionario y en la diferenciación de las células. Dado que recicla componentes de las propias células, permite adaptarse a situaciones de falta de alimento aportando energía y materias primas para mantener el organismo. En casos de infección, elimina bacterias y virus que invaden las células.
Además, actúa como mecanismo de control de calidad de los componentes de las células, eliminando aquellos que son defectuosos. Una autofagia eficiente ayuda a frenar el envejecimiento mientras que una autofagia ineficiente lo acelera. De hecho, “fallos en la autofagia se han relacionado con la enfermedad de Parkinson, la diabetes tipo 2 y otras enfermedades que aparecen en personas mayores”, ha destacado en un comunicado la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska. “Trastornos en la maquinaria de la autofagia también se han relacionado con el cáncer”.
A partir de las investigaciones de Ohsumi,se ha iniciado la búsqueda de fármacos que actúen sobre el autofagia para mejorar el tratamiento de distintas enfermedades.
“Quería hacer algo distinto del resto de la gente, pensaba que la auto-descomposición iba a ser un tema interesante”, ha afirmado el investigador en declaraciones recogidas por AP tras saberse que había ganado el Nobel. “El cuerpo humano siempre está repitiendo el proceso de autodescomposición, o canibalismo, y siempre hay un delicado equilibrio entre formación y descomposición. En esto constste la vida”.
El Nobel de Medicina es, como cada año, el primero que se anuncia. Le seguirán mañana el de Física; el miércoles el de Química; el viernes el de la Paz; el próximo lunes el de Economía; y, en una fecha que aún no se ha hecho pública, el de Literatura.
Fuente: La Vanguardia
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