Un estudio realizado por investigadores de Johns Hopkins Medicine ha demostrado que los acelerómetros portátiles —sensores mecánicos que se llevan puestos en forma de reloj, cinturón o pulsera para monitorear el movimiento— son una medida más confiable de la actividad física y son mejores que las encuestas a pacientes y otros métodos que utilizan los médicos para evaluar el riesgo de muerte a cinco años en los adultos mayores.
La investigación aporta prueba adicional de que un recuento exacto y objetivo de la actividad física supera a los factores pronóstico convencionales de mortalidad a cinco años, como la edad, el hábito de fumar, la diabetes, el consumo de alcohol o los antecedentes de cáncer o enfermedades cardíacas.
Partiendo de estos hallazgos, los investigadores dicen que los médicos podrían usar con confianza los perfiles de aptitud física de los dispositivos para ayudar a los pacientes a cambiar las conductas poco saludables, aumentar la actividad física y, posiblemente, extender el tiempo de vida con buena salud.
Aunque este estudio no es el primero en observar una relación entre la actividad física y el riesgo de muerte, los investigadores señalan que su descubrimiento, publicado en The Journal of Gerontology: Medical Sciences, es de los primeros que ofrece datos probatorios respecto a que los monitores de actividad portátiles proporcionan factores pronóstico clave de la mortalidad que superan a otras medidas.
El nuevo estudio se concentró en la cantidad total de actividad física y los momentos en que los participantes realizaban más actividad durante el día.
Primero, usando datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, los investigadores analizaron 33 factores pronóstico de la mortalidad por todas las causas a cinco años, incluyendo 20 medidas objetivas de la actividad física, como la actividad total, el tiempo sin moverse o el tiempo de actividad de moderada a vigorosa.
Para analizar la actividad física, los científicos utilizaron los datos de acelerometría de casi 3 000 adultos, recolectados durante la Encuesta NHANES 2003-2004 y la Encuesta NHANES 2005-2006.
La edad promedio dentro del grupo de estudio fue de 65.9 años, y todos los participantes tenían entre 50 y 84 años de edad. Aunque la proporción de género era casi igual —los hombres constituían 51 por ciento— una mayor proporción de hombres (el 65 por ciento), murió en el lapso de los cinco años de las labores de seguimiento del estudio.
Después de estudiar cada variable individual relacionada con la mortalidad —como la educación, el tiempo de sedentarismo y el grupo étnico— los investigadores llegaron a la conclusión de que la medida total de actividad física acumulada durante cada día era el factor pronóstico más fuerte de la mortalidad a cinco años, seguido de la edad y de la actividad de moderada a vigorosa. Al comparar los datos de una persona que murió en un lapso de cinco años con los de una persona que sobrevivió, los científicos indican que pudieron clasificar correctamente el riesgo de mortalidad usando los acelerómetros 30 por ciento más exactamente que usando la información sobre el hábito de fumar y 40 por ciento más exactamente que usando la información sobre si una persona sufrió un accidente cerebro vascular o padecía de cáncer.
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