Franchesca Fanith. Estudiante de último año del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). Miembro del Comité Permanente en Salud Médica (SCOME) de la Organización Dominicana de Estudiantes de Medicina.
Es de conocimiento general que el crecimiento económico y la globalización han originado evidentes beneficios, pero resulta de marcada importancia mencionar que al mismo tiempo se han relacionado con ciertas patologías, aumentando el riesgo de padecerlas o desarrollar episodios de crisis.1
La relación entre la contaminación atmosférica y la salud es cada día más conocida. Se ha comprobado la relación del clima con la prevalencia de los síntomas de asma, rinitis alérgica y eczema atópico en la infancia.2
Entre los principales agentes ambientales implicados se encuentran los óxidos de nitrógeno y azufre, las partículas en suspensión, ozono, metales, compuestos orgánicos volátiles (COV) y los hidrocarburos.3
Por su lado, en ambientes interiores el humo ambiental del tabaco (HAT) es el más frecuente. El HAT aumenta el riesgo de cáncer en un 20-30 % entre los no fumadores. Es evidente que el tabaquismo pasivo es un grave problema de salud y un riesgo ignorado. Estos datos justifican la urgente regulación de medidas de prevención y control del tabaquismo.3,4
Las evidencias del impacto del cambio climático sobre la salud son cada día más consistentes. Entre los efectos involucrados están el aumento de la contaminación por partículas finas y ozono y la implantación de vectores subtropicales adaptados a sobrevivir en climas cálidos y más secos, lo que podrá aumentar la incidencia de enfermedades como el dengue, enfermedad del Nilo Occidental, malaria y encefalitis transmitida por garrapatas.5,6
Por otro lado, las temperaturas extremas (calor y frío) están asociadas con aumentos de mortalidad general, en la mayoría de los casos por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.1
La disminución de la capa de ozono estratosférico y la exposición a radiaciones ultravioletas están asociadas a un aumento del cáncer de piel, cataratas y alteraciones del sistema inmunitario. La exposición solar aumenta el riesgo de padecer cáncer de piel (no melanoma), debido a los rayos ultravioletas. Se ha estimado que hasta un 90% de estos tumores son atribuibles a esta exposición. Las radiaciones ionizantes provocan cáncer, leucemia, quemaduras y lesiones radiológicas.1,7
La exposición a sustancias y preparados químicos peligrosos, el uso de biocidas y plaguicidas fitosanitarios, las sustancias CMR (carcinógenas, mutágenas y tóxicas para la reproducción), los COV (compuestos orgánicos volátiles), las sustancias PBT (persistentes bioacumulables y tóxicas), las dioxinas21 y furanos, los PCB, los retardantes de llama, los alteradores endocrinos representan amenazas que deben ser objeto de medidas de evaluación, y de reducción y control del riesgo tal y como se establecen en sus respectivas legislaciones.8,9
La exposición al ruido provoca trastornos auditivos, trastornos cardiovasculares, estrés, irritabilidad, alteraciones del sueño, gastos económicos (medidas de protección y aislamiento acústico), etc.1
El agua de consumo puede transmitir numerosas enfermedades producidas por agentes microbiológicos y químicos. En nuestro país los brotes de enfermedades hídricas que se relacionan con abastecimientos de agua no aptas para el consumo son de declaración obligatoria. El denominador común de estas enfermedades es que en la mayoría de los casos el efecto sobre la salud no es inmediato, sino a medio o largo plazo, dando como resultado enfermedades de tipo degenerativo en las que resulta muy difícil establecer relaciones de causalidad. Los químicos más frecuentes en el agua capaces de originar problemas de salud o enfermedades son los nitratos, trihalometanos, plaguicidas, plomo y otros metales, arsénico, arcrilamida, cloruro de vinilo y epiclohidrina, floruro y boro. Otros problemas emergentes son la radiactividad natural y artificial, los alteradores endocrinos y las toxinas de cianobacterias.1,10
Referencias Bibliográficas
1. Francisco Vargas Marcos. La contaminación ambiental como factor determinante de la salud. 2005; 79: 117-127.
2. Valent F, Little D, Bertollini R, Nemer LE, Barbone F, Tamburlini G. Burden of disease attributable to selected environmental factors and injury among children and adolescents in Europe. Lancet 2004; 363:2032-9.
3. Córdoba R, Clemente l, Aller A. Informe sobre el tabaquismo pasivo. Aten Primaria 2003;31: 181-90.
4. López MJ Nebot M Tabaquismo pasivo: un riesgo ignorado. Med Clin (Barc) 2004;123(13):503-4
5. Patz JA et al. The Potential Health impacts of climate variability and change for the United States: executive summary of the report of the health sector of the U.S National Assessment. Environ Health Perspect 2000; 108 (4): 367-76.
6. Bernard SM, Samet JM, Grambsch A, Ebi KL; Romieu I. The potential impacts of climate variability and change on air pollution related health effects in the United States. Environ Health Perspect.2001;109 Suppl 2:199-209.
7. Scotto J, Fears TR, Fraumeni JF. Solar radiation. En: Schottenfeld D, Fraumeni J, eds. Cancer Epidemiology and Prevention. New York: Oxford University Press; 1996.p.355-72.
8. Porta M, Kogevinas M, Zumeta E, Sunyer J, Ribas-Fito N, Ruiz L, Jariod M, Vioque J, Alguacil J, Martin P, Malats N, Ayude D; Grupo de Trabajo sobre Compuestos Toxicos Persistentes y Salud del IMIM. Concentraciones de compuestos tóxicos persistentes en la población española: el rompecabezas sin piezas y la protección de la salud pública. Gac Sanit 2002;16(3):257-66.
9. Kogevinas M, Janer G. Dioxinas y Salud. Med Clin (Barc) 2000 Dec 2;115:740-8.
10. Boletín Epidemiológico Semanal 2004.1991-2003. Centro Nacional de Epidemiología. Instituto de Salud Carlos III)
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