Autora: Saray Cordero Spencer, estudiante de 4to año de medicina. Universidad Iberoamericana (UNIBE). Miembro del Comité Permanente de Intercambios Profesionales (SCOPE) de la Organización Dominicana de Estudiantes de Medicina (ODEM).
La palabra estigma es de origen griego y se refiere a la marca física que se dejaba con fuego o con navaja en los individuos considerados extraños o inferiores. Claro está, hoy en día las marcas físicas han desaparecido, pero el estigma permanece, basado en uno o más factores, como edad, clase, color, grupo étnico, creencias religiosas, género, sexualidad y por padecer alguna condición física o mental (1). La persona puede ser estigmatizada en diferentes ámbitos, incluso por los individuos más cercanos a ellos. Hay muchos factores que influyen en su etiología, pero a mi entender, lo que más lo propaga son el desconocimiento y la divulgacion de informacion incorrecta como los mitos o leyendas.
Al tratarse de personas con enfermedades infecciosas como es la lepra, sífilis, tuberculosis, entre otras, es donde más se ha percibido la discriminación. Esto no solo afecta el estado emocional del paciente, sino que interviene en la transmisión, el diagnóstico, tratamiento y erradicación de la enfermedad. La etiqueta social en estas condiciones hace que las personas que tienen una mínima sospecha de padecerlas no acudan a centros de atención por miedo a ser catalogadas, a recibir un diagnóstico incorrecto por omisión de información en la historia clínica, a no recibir las recomendaciones correctas a la hora de ser tratadas, o no llevar sus tratamientos al pie de la letra por falta de apoyo emocional o sentimiento de culpa. Muchos no buscan ayuda médica hasta que los síntomas alteran su vida y, lo más importante, estimulan la transmisión, ya sea al no informar a otros de su padecimiento o al no tomar las medidas adecuadas para evitar el contagio.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las enfermedades infecciosas son totalmente curables, y si no, manejables hasta el punto de latencia donde se puede llevar una vida completamente normal. Se han logrado diversos adelantos en la lucha contra ellas, no obstante, es tiempo de centrarse en los prejuicios que las acompañan. Combatir estos prejuicios, ayuda a desobstaculizar los esfuerzos para detener su transmisión, los pacientes están más enfocados en realizar su tratamiento ya que se sienten aceptados y cuentan con algún apoyo emocional, buscan atención médica en el momento adecuado y, por consiguiente, todo lo que se había dejado de hacer por temor al rechazo, se volverá aceptable. Igualmente, este logro contribuirá enormemente a la erradicación de estas enfermedades.
Es imprescindible empezar con esta campaña y la mejor forma de hacerlo es empezando por uno mismo, al informarnos correctamente. No es necesario esperar que un familiar, una persona allegada o hasta nosotros mismos tenga alguna afección para conocer. Se ha recalcado en varias ocasiones que la mejor medicina es la prevención, ¿y cómo prevenimos si no entendemos o manejamos información falsa? Por eso te invito a conocer, a compartir eso que aprendiste con quien puedas, para que ellos lo compartan también, y así, con simplemente saber, aunque no lo parezca, los estigmas, prejuicios y la discriminación van a disminuir. Y con eso, estaremos un paso más adelante.
Referencias
1. [Internet]. Redalyc.org. 2020 [citado 9 Abril 2020].
2. Confidencial E. El estigma social de ciertas enfermedades puede «sesgar» el criterio de los médicos [Internet]. El Confidencial. 2020 [citado 9 Abril 2020].
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