MADRID.- Una de las dificultades con las que se están encontrando los investigadores que tratan de combatir la epidemia de Zika en Latinoamérica es que los síntomas del virus se confunden, en muchos casos, con los de otros virus presentes en la zona, como el dengue o el Chikungunya. Un análisis que ahora acaba de publicar la revista PLOS Neglected Tropical Diseases ha analizado al detalle un brote de más de 300 casos diagnosticados en Río de Janeiro entre enero y julio de 2015.
Para hacer un diagnóstico inequívoco, los científicos analizaron muestras de sangre (disponibles en 262 de los 364 pacientes) y fueron capaces de detectar ARN del Zika en 119 de ellos. De las muestras negativas, ninguna dio positivo por dengue o Chikungunya, aunque sus síntomas eran similares a los de pacientes confirmados. Esto sugiere, explican los autores, que pese a dar negativo en los análisis, su enfermedad también podría estar causada por el Zika, aunque los niveles de RNA en su sangre estaban por debajo de los niveles de detección. Ninguno de los 119 individuos con enfermedad confirmada de Zika había viajado en meses anteriores, lo que confirma que las infecciones fueron adquiridas localmente.
Además, el 11% de los casos confirmados fueron diagnosticados en los meses previos a la detección de las primeras transmisiones (a principios de mayo de 2015) en el noreste de Brasil, lo que desmentiría la noción más extendida hasta ahora de que el virus inicialmente entró en Brasil por el noreste del país y se extiendió exclusivamente desde allí a otras regiones.
Cuando los investigadores secuenciaron parcialmente un gen del virus a partir de 10 muestras positivas seleccionados al azar, descubrieron que era genéticamente similar a las cepas de Zika asiáticas. Esto sugiere que el virus pudo haber sido introducido en Brasil desde Asia, lo que apoya la hipótesis de la transmisión inicial a partir de equipos de las islas del Pacífico que participaron en un campeonato de canoa en 2014 en Río de Janeiro (varias islas del Pacífico sufrieron un brote de Zika en ese año).
El análisis del brote de Río de Janeiro -el primero con una alta proporción de casos confirmados por diagnóstico molecular- propone también ciertos cambios en los criterios diagnósticos actuales para la enfermedad de Zika.
Patricia Brasil, de la Fundación Oswaldo Cruz en Río de Janeiro, y sus colegas observaron que los síntomas más frecuentes entre los pacientes eran la erupción cutánea, picazón, cansancio, dolor de cabeza y dolor en las articulaciones. Sólo alrededor de un tercio de los pacientes confirmados recordó haber tenido fiebre (breve) al inicio de los síntomas y la erupción (presente en casi todos los pacientes) se prolongó durante varios días y se asoció con picores desde el principio en el 79% en los pacientes con enfermedad confirmada.
Según los investigadores, éste es el primer informe sobre el brote de Zika con una alta proporción de casos confirmados virológicamente del continente latinoamericano. «La información clínica detallada, especialmente la frecuencia de los signos y los síntomas en pacientes Zika -afirman- tiene implicaciones para definir los casos». En concreto, sugieren que «el prurito [picor], el segundo signo clínico más común presentado por los casos confirmados, debe añadirse a la definición de caso publicada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS)».
Entre los casos confirmados del estudio, cuatro eran mujeres embarazadas. Una de ellas sufrió un aborto involuntario en la décima semana de embarazo y no se investigó más, mientras que las otras tres dieron a luz a niños sanos. Una paciente fue hospitalizada con algo de fiebre y una manifestación neurológica desarrollada posteriormente que coincide con los síntomas del síndrome de Guillain-Barré. La principal vía de transmisión del Zika son las picaduras de los mosquitos Aedes aegypti, aunque sólo el 38% de los pacientes con enfermedad confirmada recordaba específicamente haber sido picados por mosquitos. Por otra parte, 28 de los casos confirmados procedían de hogares con más de un caso. Este «agrupamiento» podría apuntar a zonas de muy alta densidad de mosquitos o, posiblemente, a la transmisión de persona a persona.
Fuente: El Mundo
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