Marín explica que el tipo de alimentación no solo impacta en la salud cerebral sino que tiene un impacto en la memoria, el aprendizaje y el estado ánimo.
Agrega que hay evidencias de que algunas causas de la aparición de enfermedades como el alzheimer y el parkinson tienen que ver con desequilibrios en el intestino causados por una dieta desequilibrada rica en azúcares y grasas saturadas.
Nutrir el cerebro implica tener en cuenta el consumo calórico, la frecuencia de las comidas, el contenido de los alimentos y la textura del alimento. La restricción calórica aumenta la longevidad y si se evita picar entre horas se mejoran las tareas de la memoria y el equilibrio anímico.
Entre los alimentos que ejercen efectos positivos para la memoria está el pescado azul, el café, la cúrcuma, el alcohol en pequeñas cantidades dosis, los frutos del bosque, verduras, frutos secos y huevos.
Los menos saludables para este órgano son los productos ricos en grasas saturadas, ácidos grasos trans y azúcares refinados, abundantes en margarina, pastelería industrial, cremas de chocolate envasadas, alcohol en dosis altas, entre otros.
Marín explica que la comida dura es menos beneficiosa para la memoria que la blanda, la razón de esto podría estar en que masticar mucho aumenta el estrés que a su vez inhibe la proliferación neuronal.
Según la científica, adquiriendo los alimentos que el cerebro necesita y eliminando de la dieta los que son nocivos, se fomenta el rendimiento cerebral tanto en la actividad intelectual como en la estabilidad emocional “ahora y siempre”.
El agua, unos dos litros y medio al día de forma genérica para una persona adulta, es una de las bebidas esenciales para disfrutar de un cerebro saludable, aunque también se puede tomar zumos naturales con moderación, no más de dos tazas de café al día sin azúcar y un máximo de siete copas de vino o nueve cervezas a la semana, añade.
No decir nunca adiós a la grasa, importante para mantener la actividad funcional del cerebro, es otra de sus recomendaciones, pues hay diferentes tipos de grasas y no todas son malas para el organismo.
Numerosos estudios han demostrado las bondades del omega-9 como cardioprotector, en particular, el aceite de oliva representa el estandarte por excelencia de la dieta mediterránea, resalta Marín.
Ser valiente, tener una actitud positiva ante la vida, reírse lo más que se pueda, comer de todo pero en pequeña cantidad, cultivar el intelecto, tener vida espiritual y dormir bien, son otras de las recomendaciones que hace para gozar de un cerebro joven toda la vida
Fuente: Efe Salud.
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