Incluso entre los médicos existe la tendencia de hablar de convulsiones para referirse al paciente epiléptico y solo un pequeño porcentaje de los pacientes llegan a este extremo del padecimiento.
“Se habla generalmente de convulsiones, cuando solo un 20% de las epilepsias son crisis convulsivas primariamente generalizadas tónico-clónicas, que son las que vemos en el paciente al caer en las calles con pérdida del conocimiento, espumarajos y revolcones”, dijo.
Explicó que fuera de este grupo que sufre “caídas” con desconexión, las demás son crisis epilépticas no convulsivas, pero todavía se usa erradamente el término convulsión para todas las formas.
Dijo que este problema empieza en lo social y continúa con el diagnóstico. Por eso se necesita un dictamen del tipo de crisis, para usar el medicamento adecuado, la dosis correcta, el control de los eventos convulsivos y una mejoría en la calidad de vida del paciente.
Según las declaraciones del doctor, antes se esperaba una segunda crisis, pero actualmente con una sola ya el médico puede iniciar el tratamiento antiepiléptico, debiendo tener el paciente en la electroencefalografía cerebral alguna evidencia perdurable de que existe un foco que puede ser factible de aumentar la posibilidad de crisis en el futuro. Esta crisis tiene que estar asociada a un trastorno neurobiológico, como depresión, psicosis, alteraciones cognitivas, psicológicos y sociales.
Aseguró que esta concepción de epilepsia no toma en cuenta de modo protagónico el electroencefalograma (EEG), ya que un paciente epiléptico puede tener crisis convulsivas y tener un EEG totalmente normal. En ocasiones se hace difícil hacer entender a los pacientes adultos, o a los padres, que su hijo tiene epilepsia aunque el estudio eléctrico fue reportado como normal. Tampoco se considera la hipoglucemia, o que esté bajo el sodio en la sangre.
Dijo que en epileptología lo importante son las evidencias clínicas, los estudios son auxiliares que se utilizan para descartar las entidades médicas graves que pueden debutar con convulsiones tales como: tumores, malformaciones arteriovenosas, parasitosis cerebral (Cisticercosis); accidentes cerebrovasculares (derrames); traumas, intoxicaciones, hematoma subdural, etc.
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