Esclerosis Múltiple: no es impedimento para concebir un bebé sano

 

La esclerosis múltiple (EM) es la enfermedad neurológica crónica más habitual en adultos jóvenes (20-40 años), y afecta a unos 2,5 millones de personas en todo el mundo. Es más frecuente en mujeres que en hombres, en una relación de 2,5:1, y se concentra especialmente en Europa y Norteamérica. Esta enfermedad autoinmune también es conocida como la enfermedad de las mil caras, pues presenta múltiples y variadas disfunciones del sistema nervioso central.

En las décadas de 1960 y 1970 se desaconsejaba a las mujeres con EM quedarse embarazadas. “En los últimos diez años, hemos comprobado que el embarazo tiene un potencial beneficioso en la tasa de recaídas y carece de repercusión a largo plazo en la progresión de la enfermedad”, afirma la doctora Oreja-Guevara, neuróloga española.

Durante el embarazo, se produce una notable mejora de la enfermedad debido a los cambios inmunológicos inducidos por las hormonas sexuales. “Al principio, las pacientes suelen agobiarse por quedarse embarazadas lo antes posible tras suprimir el tratamiento, pero cuando se quedan embarazadas empiezan a encontrarse mejor y se relajan”.

Los TME están contraindicados, a excepción del acetato de glatirámero, que no muestra malformaciones ni toxicidad neonatal. Sin embargo, cualquier mujer con EM en tratamiento debe consultar y planear el embarazo con su neurólogo.

Las mujeres con EM pueden utilizar todos los métodos anticonceptivos. No obstantes, en las pacientes con inmovilidad prolongada se recomienda evitar los que lleven estrógenos por riesgo de trombosis, y las que reciban TME sin evidencia en humanos, los de larga duración (por ejemplo, implante o DIU).

Durante el embarazo se producen importantes cambios hormonales e inmunológicos: marcado incremento de hormonas como los estrógenos, que a su vez disminuyen los procesos inflamatorios; aumento de las células del sistema inmune (células T y antígenos fetales) y consecuente mejora en la respuesta ante lesiones endógenas.

La EM no eleva el riesgo de malformaciones fetales, mortalidad perinatal ni otras alteraciones como bajo peso o bajo diámetro encefálico. Además, se remarca que la esclerosis múltiple no es una enfermedad hereditaria.

Diversos estudios han constatado una menor cantidad de brotes en las mujeres que optaron por amamantar a sus hijos. Sin embargo, en el caso de reanudar el tratamiento de la EM ha de sopesarse los beneficios de la lactancia.

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