Autor: Dra. Katty Gisselle Gómez Raposo
Médico psiquiatra.
Salud mental: hablar de ella produce efectos más desesperantes que el Covid en sus inicios. República Dominicana está en total deterioro y ¡esta cenicienta no encuentra su zapato!
La salud mental se ve afectada por múltiples factores sociales y es evidente cómo esto influye en la población dominicana.
Factores como la pobreza, inequidades sociales, estigma y las barreras en el acceso a la atención oportuna no permiten garantizar un estado mental saludable a ciertos sectores de la sociedad.
Otro factor, y no menos importante, es la falta de recursos y acceso a servicios de salud mental; una población sana, educada y con capacidad de adaptación es absolutamente imprescindible para que los países compitan de manera eficaz en la economía mundial. Imagínate qué sería de cualquier país del mundo sin salud mental, difícilmente pueda existir crecimiento, un sistema familiar se vuelve un caos cuando un miembro está afectado ahora imagínate que República Dominicana según la OMS dice 20-30 % de la población, eso no es, estas cifras están infravaloradas, aquí son muy pocos los sectores que realizan de manera ética y responsable estadísticas, las mismas no se recogen y debemos tener en cuenta que también muchas personas no logren llegar por alguna razón a la consulta del psiquiatra, por tanto, como pueden dar cifras cuando hoy día nuestros periódicos diariamente publican algún evento que involucra un desenlace fatídico alineado a la carencia en la salud mental del pueblo dominicano. ¡Vamos lejos de esas cifras!
Sin dejar de lado el rol que juegan las creencias culturales y estigmas sobre la salud mental en la población dominicana; y al hacer referencia a dicho tema, necesitamos ponerlo en contexto y explicar que esto es un conjunto de actitudes y creencias negativas que motivan al público en general a temer, rechazar, evitar y discriminar a las personas con enfermedades mentales (Corrigan y Penn, 1999). Por tanto, si no tenemos una cultura habitual de ver la consulta de salud mental como parte de nuestro cuidado general, no será tan fácil que hoy día se entienda de esa forma y sobre todo cuando la cultura creada es que el loco es loco, peligroso y no mejora, mejor cáncer que ser un loco de la calle, expresiones comunes de personas que desconocen y estigmatizan la salud mental.
Y obviamente esto se traduce en algo que es grave; porque nos lleva a un subregistro de problemas, reticencia a buscar ayuda profesional y dependencia de redes de apoyo informales que no siempre pueden proporcionar cuidado adecuado.
¡Y otro punto que no puedo dejar de tocar son algunas denominaciones religiosas, que sin querer, pues ofender o jamás restar importancia a lo bueno que es tener Fe y creer, existe algo importante que la misma palabra de Dios cita y es que un pueblo perece por la falta de conocimiento y existen muchas denominaciones donde a las enfermedades mentales y sus síntomas, les llaman demonios, imagínate una depresión psicótica sacarle un demonio y esta persona termina quitándose la vida porque simplemente se le hizo un exorcismo, en vez de ser tratada por un especializado del área, un psiquiatra, la misma biblia, cita que el enfermo al médico
vaya y obviamente eso es una influencia cultural bien arraigada, los que van donde brujos porque entienden que puede encontrar soluciones a problemas emocionales y si seguimos, no terminó!
Ahora me surge una interrogante: ¿son las desigualdades económicas algún tipo de factor influyente en la calidad de atención y prevención de problemas de salud mental?, esto ha de responderse con una dominicanada: ¡Aquí es donde se le tuerce el rabo a la chiva y no la de Yulay! Paso a explicar; 1. ARS con la poca o nula de muchas de ellas al servicio de salud mental, 2. Los costos de internamientos son exorbitantes, los altos costos más el miedo del personal cuando se ingresa alguien con una condición psiquiátrica, 3. Los medicamentos, ni hablar, lo más duro para un psiquiatra es poner una molécula que no es la idónea, la mejor, porque su paciente le dice yo no puedo pagar eso y entonces ahí nos volvemos magos y los más pedidores a casas farmacéuticas, pidiendo ayuda porque no lo pueden costear, o poner medicamento genérico que son malas moléculas en muchos casos, y nosotros lo vemos en el resultado cuando se compara una molécula y otra.
¿Qué si todo está perdido? Has mirado a los lados, has visto cómo en cada área vemos una gran disfuncionalidad; has visto nuestro sistema educativo, has visto en todas las redes sociales cómo maestros, alumnos y padres dentro de los recintos muestran la falta de salud mental que va desde lanzarse improperios, golpear y hasta causar la muerte de menores o lesiones permanentes… ¡Y no te preocupa, pues a mí sí!
El sistema educativo también debe ser intervenido y abordado con carácter de emergencia. Las escuelas son los segundos hogares de nuestros hijos, un lugar seguro y ha dejado de serlo hace ya muchos años. ¡Temerle a un maestro porque puede abusar sexualmente de nuestros niños no debería de ser parte del estrés de un padre, o de que tu hijo sea foco de burla de muchos adultos porque aún su voz no se torna lo suficientemente ronca para parecer un hombre adulto! Las escuelas hoy en día son peligros y de temer, menores de edad con conductas tan violentas que no pueden ser expulsados porque el sistema considera violatorio a sus derechos y me pregunto, y las víctimas de hoy día, qué hacemos, quién las protege, quién vela por sus derechos, quién resarce el daño… Estamos hartos del deterioro, ¡salud mental debe ser oída!
¡Deben de existir programas que van desde su autocuidado a herramientas para resolución de conflictos, desarrollo de habilidades sociales, que les permitan desarrollar el manejo de conductas desviadas, abordajes integrales, actividades que formen hombres y mujeres promotores de salud mental!
Parece lejano y sería como citar a Alicia en el país de las maravillas. Cuando existen tantos factores que son generadores adversos a una buena salud mental, es una burla decir que estamos bien cuando la población de un país va en detrimento; solo una sociedad con salud mental hace sostenible y mantiene un desarrollo de un país, las personas sanas son más productivas, competitivas, empáticas y más estables emocionalmente.
¿Podremos hacer algo? ¡La respuesta siempre ha sido sí! Y mucho, con voluntad, seguimiento y dedicación. Yo empezaría por poner un stop en la destrucción de los que son productivos, esa cantidad enorme de profesionales que por la desigualdad
y él explote que reciben de cada presión del estado y ahí me refiero a sus recursos, oportunidades inexistentes empiece por cambiar, que ocupen buenas posiciones y estratégicas, y porque no lucrativos para aquellos que están capacitados y son competentes sin politiquería, abolir el mediocre desempeño y burocrático de sectores que nos dirige como nación, garantizar la inseguridad ciudadana, que hoy día no se puede salir a votar la basura porque podrías terminar muerto en la acera de tu propia casa, la desorganización del tránsito terrestre donde la violencia es marcada como referente nacional de desgracias constantes, las indignas pensiones que otorgan las AFP, la gestión rentista que realizan las ARS de los servicios de salud, los contenidos tóxicos que elaboran y difunden los medios de comunicación, las canciones basuras que interpretan exponentes de determinados géneros musicales, la permisividad a la corrupción e impunidad, la inequidad en la distribución de la riqueza, la violación de derechos, la mala calidad de los servicios públicos, la falta de educación precisamente sobre salud mental en los diferentes rectores, y pasaría el día citando todo lo que se puede cambiar, pero si esto llega a alguien importante lo resumo Diciendo: Coloque humanos en posiciones correctas, una persona humanizada sabrá que estar en una posición de poder no es para aplastar, es para que sus competencias sirvan como motor a una sociedad mejor, elijan el perfil con voluntad de accionar, mas no de envolsillar o brillar, ni buscar likes ni view, perdón, pero dejaré de soñar.
¡Cenicienta en busca del zapato perdido!
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