La terapia antiangiogénica es una de las principales estrategias contra los tumores sólidos. Esta terapia inhibe la formación de vasos sanguíneos en los tumores, reduciendo así el suministro de oxígeno y nutrientes, y en consecuencia reduciendo el crecimiento tumoral. Sin embargo, esta estrategia terapéutica presenta ciertas limitaciones, ya que, en algunas ocasiones, produce un aumento de la agresividad de los tumores, y por tanto, de las metástasis. Conocer las bases biológicas y moleculares que llevan a los tumores a aumentar su agresividad es básico para predecir cómo y cuándo la terapia antiangiogénica funcionará, y más importante, mejorar su eficacia para ampliar la supervivencia de los pacientes.
Las células cancerosas no sólo forman una masa tumoral de células mutadas que se dividen descontroladamente. En realidad, forman parte de un ecosistema muy complejo formado por diferentes tipos celulares que trabajan y se comunican de forma conjunta dentro de una matriz extracelular que las aguanta y protege. Todo este conjunto de células y moléculas complejas es lo que llamamos microambiente tumoral.
La formación y progresión de tumores está estrechamente ligada a la interacción entre los distintos componentes que forman el microambiente tumoral, y uno de los actores principales dentro de este ecosistema es la angiogénesis, la formación de vasos sanguíneos. Felix Peix y Oriol Casanovas, jefe del grupo de investigación en Angiogénesis Tumoral del IDIBELL y del ICO, acaban de publicar un artículo en la revista Seminars in Cancer Biology que repasa todo lo que se conoce sobre cómo la remodelación del microamibiente tumoral por parte de la terapia antiangiogénica podría ser la instigadora del aumento de la agresividad tumoral.
El artículo repasa cómo los antiangiogénicos producen hipoxia, estrés mecánico y acidificación del microambiente tumoral, y cómo todos estos cambios son detectados por las células tumorales a partir de receptores de superficie. En consecuencia, estos receptores inician casadas de señalización para inducir cambios en las células tumorales que les ayuden a adaptarse en este nuevo ambiente.
Felix Peix y Oriol Casanovas declaran: “Utilizar terapias que bloqueen la acción de estos receptores y sensores celulares podría resultar un tratamiento muy efectivo para prevenir que las células tumorales aumenten su agresividad después de la terapia antiangiogénica”.
Fuente: IDIBELL
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