Aproximadamente una de cada diez personas que sufre Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) presenta una forma crónica e incapacitante de la enfermedad. Estos casos más severos son resistentes a los tratamientos convencionales -psicoterapia y fármacos- y conllevan gran sufrimiento tanto a pacientes como a familiares. En los últimos años, la estimulación cerebral profunda ha empezado a estudiarse como alternativa terapéutica a estos pacientes. Un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) ha confirmado que ésta es una técnica segura y efectiva, con una reducción de los síntomas obsesivos en un 42,5% a largo plazo.
Hasta ahora, el conocimiento de los efectos a largo plazo de esta opción terapéutica era muy limitado. El jefe de Servicio de Psiquiatría del HUB i jefe de grupo del IDIBELL, José Manuel Menchón, coordina al grupo del CIBERSAM del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), que ha estudiado la segunda muestra más amplia en el mundo de pacientes de TOC resistente tratada con estimulación cerebral profunda. Su equipo, ubicado en Bellvitge, ha determinado que esta opción terapéutica es una alternativa segura y eficaz a corto y largo plazo.
La estimulación cerebral se trata de un tratamiento quirúrgico que consiste en implantar unos electrodos que permiten estimular eléctricamente puntos específicos del cerebro, de forma selectiva y reversible, consiguiendo beneficios terapéuticos en enfermedades resistentes a tratamientos, como la enfermedad de Parkinson, el temblor esencial, la distonía o la epilepsia. Los Servicios de Psiquiatría y Neurocirugía del HUB iniciaron el programa de tratamiento con estimulación cerebral profunda para pacientes con TOC resistente y severo en 2007.
El equipo multidisciplinar del IDIBELL ha estudiado la evolución de pacientes tratados en este centro hospitalario entre 2007 y 2020 durante una media de 6,4 años. Sus datos se han comparado con los de un grupo de pacientes obsesivos severos y resistentes, a los que se les ofreció la posibilidad de recibir estimulación cerebral profunda, pero que rechazaron en su día. Los resultados, publicados en la revista científica Brain Stimulation, determinan que, además de reducir los síntomas obsesivos, la estimulación cerebral profunda también ha incidido en una mejora de la ansiedad y la depresión en estos pacientes y en una recuperación significativa de su capacidad funcional.
El estudio ha comprobado, además, que pocos pacientes experimentan efectos adversos y que la mayoría de ellos son leves y transitorios.
Fuente: Idibell.
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