La neutropenia febril es una complicación frecuente en pacientes oncohematológicos que, por ejemplo, acaban de recibir un tratamiento de quimioterapia o un trasplante de células madre hematopoyéticas. Se trata de un cuadro clínico heterogéneo y la sospecha inicial es que esté causada por una infección que, en estos pacientes inmunodeprimidos, puede acabar siendo fatal. Es por ello que se trata como una emergencia: ante un caso de neutropenia febril, hay que administrar antibióticos lo más rápido posible. Los betalactámicos son el tratamiento de elección y hay que asegurarse de que la concentración de antibiótico en sangre se mantiene a niveles bastante altos, por encima de la concentración mínima inhibitoria (CMI), durante el mayor tiempo posible.
Una forma de proporcionar una concentración de antibiótico constante a lo largo del tiempo es el uso de perfusiones extendidas o prolongadas, en lugar de intermitentes. Hasta ahora, la evidencia de su eficacia y seguridad en este campo era muy escasa y provenía principalmente de estudios observacionales.
Ahora, los resultados de un ensayo clínico multicéntrico llevado a cabo en cuatro centros estatales y publicado recientemente en Clinical Microbiology and Infection aportan más información sobre el tema. Los autores, miembros del grupo de investigación en infecciones respiratorias y en el huésped inmunocomprometido del IDIBELL, del Servicio de Enfermedades Infecciosas, Microbiología y Farmacia del Hospital Universitario de Bellvitge y profesionales del Instituto Catalán de Oncología y la Universidad de Barcelona, han analizado un grupo de 150 pacientes sometidos a trasplante de células madre hematopoyéticas o con quimioterapia por leucemia aguda que requerían tratamiento antibiótico empírico por neutropenia febril. Se separaron en dos grupos de forma aleatoria y uno recibió antibióticos en perfusión extendida, mientras que los demás siguieron el método convencional. Los resultados no han mostrado diferencias significativas entre los dos grupos ni en términos de éxito terapéutico, ni eventos adversos ni mortalidad a los 30 días. Sí se logró demostrar, sin embargo, que la perfusión extendida consigue mantener concentraciones de betalactámico por encima de la CMI durante más tiempo que la administración convencional.
La líder del estudio, la Dra. Carlota Gudiol, investigadora del IDIBELL, el Hospital de Bellvitge y el ICO, considera que «los resultados de este ensayo no apoyan el uso de la perfusión extendida de antibióticos betalactámicos de forma rutinaria en el manejo de los pacientes con neutropenia febril, pero sí podría ser una estrategia útil en casos con infecciones producidas por microorganismos menos sensibles a los antibióticos betalactámicos, aunque hacen falta más estudios para poder demostrarlo».
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