Como hermanas y hermanos, hijos de un mismo Padre, sentimos la exigencia de lanzar un apremiante llamamiento al redescubrimiento de la figura del médico primario (también conocido como médico de familia), factor decisivo para la humanización de nuestras sociedades.
Este llamamiento tiene lugar en momentos de incertidumbre, cuando todos nosotros estamos llamados a afrontar crisis con manifestaciones dramáticas: sanitaria, económica, migratoria, ecológica, o bélica.
Estamos convencidos de que el redescubrimiento y necesario reconocimiento del papel del médico de familia y de su relación con el paciente 1 puede convertirse en un factor decisivo de humanización de nuestras sociedades, especialmente después de la pandemia del COVID19.
Tres motivos principales nos mueven en esta petición:
1. Desde tiempos de Hipócrates hasta nuestros días, la relación entre el médico y el paciente constituye el centro mismo del sistema sanitario, prioridad que no sólo se debe respetar, sino también apoyar y potenciar .Por el contrario, por falta de una comprensión adecuada de la vocación humanizadora del sistema sanitario, en los últimos años muchos agentes sociales y sanitarios han adoptado otras prioridades, motivo por el cual en tiempos de pandemia hemos tenido que pagar un precio tan alto.
2. La relación médico-paciente constituye asimismo la base de un sistema sanitario que adopte la prevención y una visión holística de la salud como prioridad. El médico que acompaña en la vida a su paciente y familia constituye un patrimonio único humanizador no solo para el sistema sanitario, sino para la sociedad misma. El médico promueve una visión armoniosa de la salud en el contexto de una vida sana, reconociendo el valor intrínseco de toda persona y el carácter decisivo de sus relaciones familiares. De este modo, el médico contribuye a fundamentar el sistema sanitario en la prevención. Cuando la relación médico- paciente se pierde o quiebra, el sistema sanitario queda condenado a intervenir únicamente cuando la situación del paciente ya ha degenerado, con costes humanos y sociales altísimos.
3. La relación médico-paciente, por último, constituye un antídoto para que los sistemas sanitarios no se dejen condicionar por otro tipo de intereses ajenos a la salud y bienestar de los ciudadanos . En ocasiones, el olvido de esta relación ha llevado a que los sistemas sanitarios condicionen sus objetivos al afán de lucro de empresas o personas ligadas a este sector. En otras ocasiones, el descuido de la relación médico-paciente ha llevado a politizar el sistema sanitario, utilizando las necesidades de médicos y pacientes como moneda de trueque político.
El mismo Papa Francisco ha lamentado que “la figura del médico de familia casi ha desaparecido”, con el riesgo de que se descuide “la buena calidad de los servicios territoriales sanitarios; o que estos resulten tan burocratizados e informatizados, que las personas ancianas o poco formadas se encuentren de hecho excluidas o marginadas” .
Asociaciones de pacientes y médicos de todo el mundo, entre los que destaca la organización sin ánimo de lucro SOMOS Community Care, así como otras asociaciones de la sociedad civil, con el apoyo de la Academia Pontificia para la Vida, lanzan este llamamiento a todos los agentes sociales y políticos para que unan sus fuerzas y pongan nuevamente en el centro de nuestros sistemas de salud la relación entre el médico y el paciente.
Al mismo tiempo, esta Declaración reconoce el papel que día a día desempeñan, en los cinco continentes, millones de médicos, que no solo constituyen la primera línea de nuestros sistemas sanitarios, sino que en ocasiones van mucho más allá, convirtiéndose en los “buenos samaritanos” de toda persona.
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