Estudio sugiere terapia experimental de electroestimulación para trastornos mentales resistentes

Un estudio con cuatro pacientes sugiere que la técnica, que pasa por implantar neuroestimuladores en un área del cerebro para restablecer su función normal, puede mejorar la sintomatología en esquizofrenia o trastorno bipolar refractarios.

La llamada estimulación cerebral profunda es una vieja conocida de los neurólogos y los psiquiatras. Se usa, esencialmente, para minimizar los síntomas del párkinson, de la epilepsia o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), pero los investigadores están ampliando el campo de investigación: ya ha habido estudios de caso con anorexia, depresión, esquizofrenia o trastorno bipolar refractarios a todo el arsenal terapéutico disponible.

“En una u otra patología, la clave está en dónde se colocan los electrodos, en nuestro estudio, personalizamos el área del cerebro en función de la patología y los síntomas. A los pacientes con esquizofrenia le colocamos los electrodos sobre el núcleo accumbens y a los participantes con trastorno bipolar, en un caso que tenía síntomas depresivos se lo colocamos en el cingulado anterior y en el otro caso, que tenía síntomas psicóticos, también en el núcleo accumbens”, explicó el doctor Bioque investigador del estudio.

El investigador sostiene que en el núcleo accumbens, que es del tamaño “de una lenteja”, existen “proyecciones dopaminérgicas que son claves en síntomas como las alucinaciones y los delirios, el cingulado anterior, por su parte, es “la diana que mejor funciona” para síntomas depresivos porque es una zona que está más relacionada con las emociones y los síntomas afectivos”.

Aunque  señala que, de los dos pacientes con esquizofrenia, “uno ha tenido una respuesta clínicamente relevante y no ha tenido que volver a la terapia electroconvulsiva. El otro no ha tenido respuesta, por ahora, pero se lo han mantenido porque, aunque este estudio era del seguimiento a un año, los efectos pueden verse más adelante. En el caso de los participantes con trastorno bipolar, ambos mejoraron y dejaron también la terapia electroconvulsiva”.

La estimulación cerebral profunda no está exenta de riesgos, aunque se suelen limitar, sobre todo, a los propios de una intervención de neurocirugía: una hemorragia o una infección, pero la posibilidad de que eso ocurra es baja. 

“Una vez se empieza la estimulación, también pueden aparecer nuevos síntomas psiquiátricos, diferentes a los que venía presentando.  Por ejemplo, una persona con depresión podría presentar un viraje a una euforia exagerada debido a la potencia del tratamiento con estimulación”, agregó.

Los pacientes de su estudio, con todo, no han reportado efectos secundarios tras la intervención, pero han estado altamente monitorizados por el equipo médico tras la operación y también han sido controlados digitalmente a través de una aplicación que supervisaba registros pasivos, como el sueño o cuánto se movían.

Leer estudio aquí.

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