Un tipo común de bacteria que se encuentra en el aparato digestivo podría contribuir al cáncer de intestino. Lo ha visto una investigación llevada a cabo por científicos de los Países Bajos, el Reino Unido y Estados Unidos, entre lo que se encuentra el español Cayetano Pleguezuelos-Manzano. El estudio se publicó en la revista « Nature».
La investigación ha demostrado que una toxina liberada por una cepa de ‘E. coli’ causa patrones únicos o ‘huellas digitales’ de daño en el ADN de las células que recubren el intestino. Estas huellas digitales también se han visto en el cáncer de intestino, lo que muestra por primera vez un vínculo directo entre la toxina bacteriana y los cambios genéticos que impulsan el desarrollo del cáncer.
De esta forma, señalan los investigadores, detectar este daño específico del ADN en las células que recubren el intestino podría algún día permitir que los médicos identifiquen a las personas con mayor riesgo de la enfermedad y se utilicen junto con las pruebas de detección de cáncer de intestino actuales.
Otras toxinas de las bacterias intestinales podrían tener efectos similares por lo que se ha iniciado ahora una búsqueda a medida que los investigadores intentan determinar si este mecanismo de daño al ADN está muy extendido.
Hans Clevers y su equipo del Instituto Hubrecht (Países Bajos) han trabajo con una cepa de ‘E. coli’ que produce una toxina llamada colibactina, y que está presente con mayor frecuencia en las muestras de heces de personas con cáncer de intestino en comparación con las personas sanas.
Debido a que dicha toxina puede causar daño al ADN en las células cultivadas en el laboratorio, pensaron podría estar haciendo lo mismo con las células que recubren el intestino.
Gracias al uso de organoides intestinales humanos, réplicas en miniatura del intestino cultivado en el laboratorio, analizaron la exposición de ‘E. coli’ productora de colibactina. El análisis de la secuencia de ADN de las células intestinales en los organoides a los 5 meses y mostró aproximadamente el doble del daño en el ADN en los organoides, en comparación con los expuestos a ‘E. coli’ que no producían la colibactina.
Asimismo, encontraron que el daño en el ADN causado por la colibactina siguió dos patrones muy específicos, como las huellas digitales, que eran exclusivos de la toxina.
Fuente: ABC Salud
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