Por la licenciada Ayaibex Montás, psicóloga clínica.
Lucha de lo ligero contra lo pesado: El capitalismo inmaterial y la sociedad de la información.
La lucha de lo ligero contra lo pesado alcanza su victoria final a mediados del SXX, con la aparición de las economías de consumo, este universo consumista se relaciona con el aligeramiento de la vida, confort, comodidad, bienestar material. Aquí está el sello de la cultura hedonista. El hedonismo se caracteriza por la búsqueda del placer y la evitación del dolor. algo es “bueno” si las consecuencias producen placer o previenen el dolor.
De tal forma que la vida se fue marcando por la distracción y los placeres. La ligereza de vivir. Se trata de hacer un culto a la felicidad de aquí y ahora, de despejarse, de no pensar, de conectarse con un flujo de diversión. Triunfa un ideal de vida ligero, hedonista y lúdico.
Entonces la economía de reorganiza en torno a este principio de ligereza: se trata de una mutación tecno-económica. A mediados del siglo XX los sectores más importantes en la industria económica eran el carbón y el acero, las llamadas industrias pesadas, pero en esta nueva economía del siglo XXI el desarrollo se apoya en los servicios y bienes de consumo, economía del servicio y sociedad de la información se unen en lo que se llama capitalismo inmaterial. También hay autores que hablan de capitalismo cognitivo. Otros de la sociedad de la información, valores creados a partir de algo intangible: la información y el conocimiento.
En pocas palabras: los bienes cuyas modalidades de valorización no se explican a partir de la cantidad de trabajo abstracto necesario para su producción. su lógica está esencialmente 4 ligada a la apropiación del valor y relativamente desconectada de su producción. A cada periodo determinado le corresponde una forma histórica de valor.
La creación de valor se basa actualmente en recursos inmateriales. Innovación, marcas, conocimientos, energía alternativa, likes, view. El orden de lo ligero reestructura nuestra economía.
La era del consumo de masas a partir de la 2da guerra mundial simplificó la vida diaria, facilitó y aumentó la calidad de vida con mayor cantidad de tiempo “libre”. Lavadora, secadora, microondas, computadoras personales. Era más fácil todo. El núcleo de la aspiración ahora es vacaciones y ocio. La mitología del confort. Lo ligero penetra en la vida material y cultural. El hedonismo lúdico va haciendo su aparición como estilo de vida, y todo los valores que esa corriente implica incluyendo lo ligero, con la ayuda de la publicidad, la industria del entretenimiento y la moda. Llegando al final del siglo XX, se va dando la ética de la satisfacción inmediata, la ética del ya centrada en un oce individualista dejando atrás las metas colectivas marcadas por el sacrificio y la austeridad. Una vida sin placer ya no es “recomendable”.
Vivir sin la ligereza consumista se ha vuelto sinónimo de vida aburrida. Ya no se trata de formar ciudadanos ejemplares se trata de divertir, es una vida centrada en la evasión, el ocio y el derecho a despreocuparse. El entretenimiento generalizado.
El capitalismo de consumo explota los recursos de la seducción, de la frivolidad.
La riqueza actual se produce cada vez a partir de lo inmaterial y cada vez menos a partir de lo material y cuanto más fluido es el orden del consumo más crece la pesadez vital.
El hiperconsumidor es un prosumidor que al mismo tiempo que consume trabaja en su consumo: elige airbnb, elige el mejor producto, compara precios, busca, gasta tiempo y atención. Es mentira que existe un consumidor despreocupado: en su compra, se preocupa y duda.
Porque además no hay una justa distribución de la riqueza por lo que el dinero suele ser escaso para la mayoría de las personas. Existe un consumidor que busca ofertas, compara y calcula. Es un trabajo consumir. Para llegar a la ligereza se debe atravesar por toda una suerte de tareas y preocupaciones. A nivel espiritual buscamos la sabiduría del ya, de la inmediatez, algo que se logre rápido, a través de un retiro, de un taller. Ya no es el paraíso después de la muerte, ahora es el paraíso en la tierra. Ya nadie quiere oir del sacrificio. Yoga, meditación, sauna, spa, reiki.
Se consolida un individualismo narcisista obsesionado por la imagen y el cuerpo ligero. Nos rodea, la cocina ligera, productos bajos en calorías, el fitness, la gordofobia, dietas adelgazantes, ayunos. El ideal de la esbeltez. La fuente y donde aparece la pesadez es en la tiranía de estar en forma. A partir de los 80 comienza la lipofobia, la guerra a las grasas y quitamos y quitamos del menú: carnes rojas, leche de vaca sustituida por la de almendra, de avena, harina de trigo sustituida por la de almendra, garbanzos, etc. El aumento de las cirugías estéticas a nivel mundial se expande. La belleza instantánea, el ya de la belleza. Donde está la paradoja aquí es que hay que hacer un compromiso laborioso con este cuerpo para poder mantenerlo y duele, las cirugías duelen. Los ejercicios son pesados. Las dietas cansan. Menos es igual a más.
En el sector salud, se medicaliza la vida, aumentas las conductas de control a través de chequeos médicos constantes, aumenta la esperanza de vida y aumenta la ansiedad por la salud. Es la época de lo digital, ligera como la nube. En esta búsqueda de lo ligero se constituye un universo humano de interconectado y móvil (nómada) donde el teletrabajo es cada vez mayor, donde hay realidades paralelas coexistiendo que no tienen materia como la realidad virtual. Aquí la trampa está en la jornada laboral permanente, las personas no se pueden desconectar y esto es una dictadura de la urgencia llevada al trabajo que se convierte en presión constante. Esto es una realidad que por un lado desmaterializa y por otro lado, aumenta la carga psíquica.
Esta señoras y señores es la tendencia dominante en el espíritu de nuestra época (Marx habría dicho: es la ideología de nuestra época): Hay un aumento de la carga psíquica y una desmaterialización de la realidad.
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