El número de trasplantes de órganos sólidos realizados durante la primera oleada de Covid-19 en 2020 cayó en todo el mundo un 31 por ciento en comparación con el año anterior, según un nuevo estudio mundial presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Trasplante de Órganos (ESOT). Según los cálculos de los modelos, la ralentización de los trasplantes supuso la pérdida de más de 48.000 años de vida de los pacientes.
La investigación aprovechó los datos internacionales de 22 países de cuatro continentes y reveló importantes variaciones en la respuesta de los programas de trasplante a la pandemia de Covid-19, con una caída de la actividad de trasplantes de más del 90 por ciento en algunos países.
El trasplante de riñón mostró la mayor reducción en casi todos los países durante 2020 en comparación con 2019, y el estudio encontró una disminución en los trasplantes de riñón de donante vivo (-40 por ciento) y de hígado (-33 por ciento). En cuanto a los trasplantes de donante fallecido, hubo una reducción en los trasplantes de riñón (-12 por ciento), hígado (-9 por ciento), pulmón (-17 por ciento) y corazón (-5 por ciento).
La investigación, publicada en la revista Lancet Public Health, puso de manifiesto cómo algunos países consiguieron mantener el ritmo de los procedimientos de trasplante, mientras que otros experimentaron graves reducciones en el número de trasplantes en comparación con el año anterior y, en algunas zonas, los trasplantes de riñón e hígado de donantes vivos cesaron por completo. En general, hubo una fuerte asociación temporal entre el aumento de la tasa de infección por Covid-19 y la reducción de los trasplantes de órganos sólidos de donantes vivos y fallecidos.
«La primera oleada de Covid tuvo un impacto devastador»
Olivier Aubert, profesor adjunto del Centro de Investigación Traslacional de Trasplantes de Órganos de París y autor principal del estudio, señala que «la primera oleada de Covid-19 tuvo un impacto devastador en el número de trasplantes en muchos países, afectando a las listas de espera de los pacientes y, lamentablemente, provocando una pérdida sustancial de vidas».
Por su parte, el profesor Alexandre Loupy, director del Centro de Investigación Traslacional de Trasplantes de Órganos de París y último autor del estudio, añade que «el trasplante de donante vivo, que se redujo más sustancialmente, requiere importantes recursos y planificación en comparación con el trasplante de donante fallecido. Esto es extremadamente difícil durante una pandemia, cuando los recursos se agotan y el personal se redistribuye -prosigue-. También hay grandes preocupaciones éticas por el bienestar y la seguridad del donante».
«Está claro que hay muchas muertes indirectas asociadas al Covid-19 y nuestro estudio confirma que la pandemia tiene consecuencias de gran alcance en muchas especialidades médicas», apostilla.
Fuente: Redacción Médica
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