Investigadores del Hospital Clínico Universitario y de la Universidad de Valladolid (UVa) han identificado un factor relacionado con la posibilidad de desarrollar complicaciones tras una trombectomía mecánica, una técnica incipiente y con gran potencial para tratar el ictus isquémico. El trabajo, que contribuye a mejorar la asistencia de estos pacientes, se ha publicado en la revista científica ‘Scientific Reports’.
El ictus es una enfermedad que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Se produce cuando éstos se rompen o son taponados por coágulos u otras partículas. En minutos, las células cerebrales dejan de recibir oxígeno y nutrientes y empiezan a morir. Enriquecer los protocolos de atención permite reducir la zona afectada y, por tanto, mitigar las consecuencias o propiciar una recuperación más rápida y mayor.
En el caso del ictus isquémico –el que se produce como consecuencia de un coágulo-, su tratamiento está en continua evolución y ha experimentado un gran avance en los últimos años con la llegada de la terapia endovascular, en concreto de la trombectomía mecánica. Se trata de una técnica radiológica poco agresiva que permite la retirada del trombo, generalmente en las primeras 24 horas tras el ictus.
“Resulta imprescindible el estudio de factores pronósticos asociados a esta nueva terapia así como el perfil de pacientes que obtendrán mayor beneficio de ella, lo que podría mejorar la asistencia proporcionada», explica la médico residente de Neurología de cuarto año Alba Chavarría, primera autora del estudio.
Con el objetivo de identificar predictores de respuesta a este tratamiento endovascular, el equipo de investigadores, que conforman el Grupo Increase-Tech (Grupo de Neurociencias Clínicas Aplicadas y Análisis de la Información) -compuesto por expertos de diferentes ramas-, analizó la atención proporcionada a 648 pacientes con ictus que llegaron al complejo asistencial vallisoletano entre mayo de 2015 y noviembre de 2018 y que recibieron terapias para restituir el flujo sanguíneo. El trabajo fue coordinado por el jefe del servicio de Neurología, Juan Francisco Arenillas.
De los 648 pacientes atendidos, se indagó en una muestra de 107 que fueron intervenidos mediante trombectomía a partir de las cuatro horas y media del inicio de los síntomas. El principal hallazgo fue la identificación de un indicador útil en el ámbito de la neurología: la densidad radiológica del núcleo isquémico.
“Aquellos pacientes con mayor grado de hipodensidad (lo que se traduce en una imagen más oscura en la tomografía inicial) se relacionaban con la posibilidad de desarrollar complicaciones tras el tratamiento endovascular, como hemorragias, pero no con un peor pronóstico funcional a largo plazo”, apunta Chavarría.
Por ello, no se ha identificado ningún subgrupo de pacientes que no se pueda beneficiar de esta nueva terapia. Pese a ello, apunta la especialista, “aún queda mucho por investigar para implementar mejoras en la selección de los pacientes y en la logística de los tiempos de procedimiento asociados a este tratamiento, con el objetivo de obtener mejores resultados en el futuro”.
Fuente: DICYT
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