Tras la reciente decisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) de prohibir el uso del colorante rojo No. 3 en productos alimenticios, especialistas locales instan a que esta medida sea adoptada también en el mercado dominicano, en beneficio de la salud de la niñez.
La doctora Lina Vásquez, pediatra nutrióloga clínica y miembro de la directiva de la Sociedad Dominicana de Pediatría, destacó que esta prohibición es un paso importante, pero insuficiente. “Deberíamos avanzar hacia la restricción de todos los colorantes de origen artificial o químico, debido a los efectos secundarios que estos pueden tener en el ciclo de vida de los pacientes, especialmente en los niños”, expresó.
La doctora Vásquez señaló que Europa lleva la delantera en este tema, con la prohibición de los colorantes amarillo 5 y 6, y en el Reino Unido, donde se han restringido los colorantes rojo 1, 2 y 3, además de ingredientes como el dióxido de titanio.
Según la especialista, el consumo de colorantes artificiales puede desencadenar una variedad de problemas, incluyendo reacciones de sensibilidad, alergias graves y complicaciones gastrointestinales. También hizo referencia a estudios que asocian estos compuestos con diferentes tipos de cáncer en animales, lo que genera preocupaciones sobre su impacto potencial en los niños.
En su intervención, Vásquez también llamó la atención sobre otras prácticas perjudiciales, como el lavado del pollo con cloro, una costumbre que puede tener efectos similares a los colorantes químicos en términos de sensibilidad y riesgos alérgicos.
La especialista subrayó que la eliminación de estos colorantes no solo podría reducir las reacciones alérgicas y gastrointestinales en los niños, sino también prevenir posibles efectos a largo plazo, como el desarrollo de enfermedades crónicas.
“Apelamos a que el mercado local adopte esta disposición de la FDA y se refuerce la regulación de los colorantes artificiales en República Dominicana, protegiendo así la salud integral de la niñez”, concluyó Vásquez.
La medida de la FDA representa un importante precedente para los sistemas regulatorios de la región y abre el debate sobre la urgencia de garantizar alimentos más seguros y saludables para las futuras generaciones.
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