Tanto la artritis reumatoide (AR) como la psoriásica (APS) son enfermedades inflamatorias autoinmunes, que se producen cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca, por error, tejidos sanos y articulaciones causando dolor, rigidez y hasta hinchazón. Debido a que son fáciles de confundir, resulta importante conocer cinco diferencias clave entre ambas, que pueden ayudar en el diagnóstico y tratamiento adecuados para una mejor calidad de vida del paciente.
La primera gran diferencia es que la mayoría de los pacientes con APS presenta primero lesiones de psoriasis en la piel (enrojecimiento y descamación) y, con el tiempo, surge la inflamación en las articulaciones, principalmente en las manos, los pies, las muñecas y rodillas. Por su parte, la AR se presenta más comúnmente en las manos, los pies, hombros, las caderas y rodillas, y puede afectar otras partes del cuerpo como el corazón, la piel, los pulmones, ojos y riñones.
Otra de las características que diferencia a ambas enfermedades es que la artritis reumatoide suele presentarse simétricamente; es decir, una persona puede experimentar síntomas de AR en ambas manos a la vez. Por su parte, la artritis psoriásica normalmente es asimétrica.
Un aspecto distintivo entre ambos tipos de artritis es que aproximadamente el 1% de la población mundial padece de AR, siendo tres veces más común en las mujeres versus los hombres y también más habitual en adultos mayores. Alrededor del 30% de los pacientes con psoriasis puede desarrollar APS y cerca del 85% de los casos con esta enfermedad inician antes de los 40 años.
Según el doctor Gastón Solano, gerente médico senior de Pfizer Centroamérica y Caribe (CAC), estos dos tipos de artritis son de carácter crónico; es decir, causan inflamación a largo plazo en distintas partes del cuerpo y, por el momento, no tienen cura.
Al día de hoy se desconocen las causas de estos dos tipos de artritis; sin embargo, se sabe que en el origen de ambas intervienen factores genéticos (como tener familiares con psoriasis o con AR) y agentes externos, tal es el caso del estrés, la obesidad, las infecciones por diversos virus o bacterias, el tabaquismo o alguna lesión previa.
La rigidez, el dolor y la hinchazón de una o varias articulaciones son los síntomas clásicos y comunes de ambos tipos de artritis, que pueden aumentar, empeorar y desaparecer temporalmente o hasta llegar a ser graves; sin embargo, existen otros más propios de cada enfermedad. Por ejemplo, la AR también provoca en el paciente cansancio, fiebre, boca seca, pérdida de apetito y de peso, así como mayor rigidez por las mañanas.
En el caso de la artritis psoriásica, la persona puede presentar parches de piel escamosa e inflamada en codos, cuero cabelludo y rodillas. También falta de energía constante, cambios en las uñas (hendiduras o tienden a separarse de la base del dedo) e inflamación dolorosa de todo un dedo de la mano o del pie.
Una quinta diferencia entre la artritis reumatoide y la psoriásica, es que quienes padecen de APS suelen tener sensibilidad en áreas donde los tendones o ligamentos se adhieren a los huesos; específicamente, en la parte detrás de los talones o en las plantas de los pies.
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