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Revelan mayor riesgo depresión y ansiedad en jóvenes han vivido experiencias adversas

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SANTO DOMINGO.- La Dra. Heidi Luft, PhD, profesora e investigadora de la Universidad de Texas, realizó un estudio en colaboración con el Ministerio de Educación, el Instituto de Salud Mental y Telepsicología (Lic. Julio Arturo Canario Guzmán, MSPH), el Programa SUPERATE de la Presidencia de la República (Lic. María Violeta Quezada Ortiz, JD), y expertos internacionales en la violencia en el noviazgo (Dr. Jeff Temple, PhD) y experiencias adversas vividas por niños/as y adolescentes (Dr. Josh Mersky, PhD).

Su objetivo fue determinar el predominio de las experiencias adversas vividas por los/las adolescentes en la República Dominicana y su asociación con la violencia en el noviazgo, ansiedad, y depresión.

Analizaron datos de 142 estudiantes de 3 regionales escolares en el sur del país.  La edad promedio de los/las estudiantes participantes era 15 años, 56% eran hembras, y 51% vivían en una zona urbana.  84% de los/las adolescentes reportaron haber vivido por lo menos una experiencia adversa y 36% reportaron haber vivido 4 o más.

Estos datos se parecen a los de otros países en Latinoamérica y en contextos de alta pobreza en los Estados Unidos. Las experiencias adversas más comunes fueron haber sufrido abuso físico por parte de su tutor (54%) y haber sido testigo de violencia doméstica en su hogar (50%).

Estos predominios son más altos que los de otros países en Latinoamérica que han recopilado y publicado datos de este tipo, inclusive entre poblaciones de alto riesgo. Con respecto a la salud mental, 50% de los/las adolescentes reportaron síntomas moderados o severos de depresión, 39% de ansiedad, y las hembras eran significativamente más afectadas.

Para la violencia en el noviazgo físico, 22% de los/las adolescentes reportaron haber sufrido por lo menos 1 forma y 25% reportaron haber sido agresor/a. Encontraron que las hembras eran significativamente más agresoras, lo que es un patrón que se nota a nivel mundial.

Sin embargo, es importante enfatizar que son las hembras las que más sufren las consecuencias de la violencia, lo que está reflejado en las estadísticas de la República Dominicana de homicidios entre pareja donde vemos que la gran mayoría de víctimas (89%) son mujeres.

Para la violencia en el noviazgo emocional, 18% reportaron haber sido víctima de por los menos 4 formas, 23% reportaron haber sido agresor/a, y los varones eran significativamente más agresores. Este hallazgo es importante, dado que la Dr. Luft en otro análisis con datos de la Encuesta Demográfica y de Salud de la República Dominicana encontró que las mujeres quienes habían sufrido violencia emocional tenían riesgo más alto de abusar de sustancias controladas (alcohol, drogas, tabaco), tener la presión arterial alta, y haber tenido una infección de transmisión sexual o embarazo no deseado.

No encontró las mismas asociaciones con la violencia física. Resultados del análisis indican que entre más experiencias adversas vividas por los/las adolescentes, más era el riesgo de que reportaran más síntomas de depresión, más síntomas de ansiedad, haber sido agresor/a o víctima de violencia física o emocional en el noviazgo. Reducir la violencia intrafamiliar es una prioridad de salud pública y de desarrollo de la República Dominicana.

Este estudio destaca no solamente lo tan común que es la problemática, sino las consecuencias que tiene para la salud de esta generación de adolescentes quienes son el futuro de la sociedad dominicana. La evidencia indica que los programas intensivos y a largo plazo para la escuela, son una de las formas más efectivas para prevenir la violencia intrafamiliar y de pareja.

La Dra. Luft sigue colaborando con el Ministerio de Educación y el Instituto de Salud Mental para usar los hallazgos de este estudio y otros, y así poder adaptar y probar en las escuelas públicas de República Dominicana uno de los programas con más evidencia de efectividad. Sin embargo, para romper el patrón transgeneracional de violencia y sus consecuencias, se requiere un esfuerzo multisectorial.

Además de programas en las escuelas para fortalecer las capacidades de relacionarse entre nuestros jóvenes, también se requiere campañas públicas educativas y un abordaje legislativo, con implementación de calidad.

Para mejorar la seguridad de las familias dentro y fuera del hogar, y la salud emocional y física de cada individuo, hay que replantear la forma en que el pueblo habla y actúa con respecto a experiencias adversas, interacciones interpersonales e intrafamiliares, la crianza y disciplina de niños/as y adolescentes, y la salud mental.

Y sobre todo, estar conscientes de que uno de los factores más importantes para prevenir la violencia intrafamiliar es fortalecer la seguridad financiera de los hogares, garantizando oportunidades de empleo las cuales cubren sus necesidades satisfactoriamente.

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