A pesar de los avances en la concienciación y los esfuerzos por combatir el trabajo infantil, este sigue siendo un problema persistente que roba la infancia y el futuro de innumerables niños en República Dominicana y el resto de América Latina.
Pablo (nombre retocado) Marte, un niño de 13 años, trabaja limpiando vidrios en distintas calles de Santo Domingo. Cada día, su rostro humedecido por el sol candente refleja los desafíos que enfrenta para cumplir su sueño de ser doctor, mientras trabaja entre las calzadas de la ciudad.
El trabajo infantil no se refiere a tareas sencillas en las que niños y niñas ayudan en casa o en el negocio familiar. Internacionalmente, se considera trabajo infantil cuando los niños son demasiado jóvenes para trabajar o participan en actividades peligrosas que les impiden disfrutar de su derecho a la educación, al juego y a una vida saludable y digna. Esta situación les priva de su infancia y los expone a condiciones extremadamente difíciles.
Carlos Carrera, representante de UNICEF en República Dominicana, subrayó la necesidad de un compromiso global para poner fin a esta violación de los derechos de la infancia. «La lucha contra el trabajo infantil y otras formas de explotación extremas requiere de políticas sociales en colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil para proteger a los niños y garantizarles un futuro en el que puedan desarrollar todo su potencial», afirmó.
La encuesta ENHOGAR MICS 2019 revela que en República Dominicana, el 3.8% de los niños y niñas de 5 a 17 años realizaba trabajo infantil. Según el informe de 2023 de UNICEF, en los países menos desarrollados, más de uno de cada cuatro niños (de 5 a 17 años) realiza trabajos perjudiciales para su salud y desarrollo.
Carrera destacó la necesidad de establecer redes de protección social y promover una cultura de respeto a los derechos de la infancia, abordando especialmente las formas de explotación que afectan a niñas y adolescentes. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF insisten en la importancia de fomentar una protección social adecuada, aumentar el gasto en educación de calidad y promover el trabajo decente para los adultos, con el objetivo de que las familias no tengan que recurrir a la ayuda de sus hijos para generar ingresos.
Entre las medidas recomendadas para evitar el aumento del trabajo infantil, se incluye la promoción de prestaciones universales por hijos, la facilitación de la permanencia de los niños en la escuela, y la inversión en sistemas de protección de la infancia, el desarrollo del sector agrícola, servicios públicos rurales, infraestructuras y medios de subsistencia.
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