El ciclo luz-oscuridad acelera el aumento de peso corporal y acorta el tiempo de estancia hospitalaria en bebés prematuros, revela un estudio en el que participó Manuel Ángeles Castellanos, responsable del Laboratorio de Cronobiología Clínica y Experimental de la Facultad de Medicina de la UNAM.
De acuerdo con los datos de la investigación “A light/dark cycle in the NICU accelerates body weight gain and shortens time to discharge in preterm infants”, los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario y responden principalmente a la luz-oscuridad en un ambiente; y se desarrollan desde la mitad de la gestación con un periodo de cerca de 24 horas.
Añadió que es importante entender que interactuamos con el medio ambiente a través de los sentidos; tenemos un proceso de reacción a nivel de la retina -por donde entra la información de luz al cerebro y al hipotálamo, donde se localiza el reloj biológico- que nos indica que ya es de día, de tal manera que mediante estas señales organizamos fisiológicamente a nuestro organismo.
Algunas evidencias, dijo, muestran que el sistema circadiano de los infantes es sensible a la luz desde etapas muy tempranas del desarrollo, por lo que mientras más rápido un bebé se adapte al ciclo luz-obscuridad le irá mejor.
Sin embargo, hay pequeños que están durante cierto tiempo en las unidades de cuidados intensivos y tardan más en aclimatarse, porque están en una condición de luz constante.
Neonatos prematuros
“Sabiendo que la luz en condiciones constantes produce arritmicidad conductual, metabólica, nos preguntamos: ¿Cuál sería el efecto de un ciclo luz-oscuridad en recién nacidos prematuros? Realizamos un estudio en el que no requirió manipulaciones de tipo farmacológico, sino que solamente fue cambiar el ambiente en el que se atendían y desarrollaban a estos bebés”, indicó.
Los participantes, afirmó, no presentaron ninguna complicación, como malformaciones o alteraciones que comprometieran su desarrollo, sino que al nacer estaban bajos de peso. El experto y su equipo analizaron un grupo de neonatos con las mismas condiciones hospitalarias que todos los demás, pero a ellos se les colocó una especie de “casco” cubierto con una manta para evitar la influencia de luz directa a los ojos.
Cuando el bebé está en casa
Ángeles Castellanos estimó relevante que los papás expongan a sus bebés, desde los primeros días en casa, al ciclo luz-oscuridad para su adaptación rápida a las señales temporales. Conforme crecen se les deben espaciar las siestas diurnas para que descansen durante la noche, ya que esto permite la liberación de hormonas importantes que los ayudarán en su desarrollo y maduración.
El especialista indicó que una manera de ayudar a los infantes con la maduración y el ajuste de la interacción neuronal son las señales temporales, ya que se les deben fijar horarios para que comiencen a sincronizarse. Durante las dos o tres primeras semanas deben mantenerse los periodos de sueño y alimentación cada tres o cuatro horas; a las cuatro semanas, se debe espaciar, y entre la sexta y octava semana debería tener periodos de sueño de seis a ocho horas corridas.
Fuente: DICYT
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