Por el doctor Arnaldo Espaillat, Médico Oftalmólogo
La pérdida de la visión es 25 veces más frecuente en los pacientes diabéticos, comparado con una población no diabética. La diabetes ataca los vasos sanguíneos de la retina al cabo de varios años, especialmente si la diabetes no está bien controlada.Sin embargo, con control y tratamiento oportuno, la ceguera puede ser evitable en la mayoría de los casos.
En el ojo la diabetes afecta preferentemente la retina y, cuando lo hace, produce la enfermedad llamada retinopatía diabética. La retina es una fina membrana que recubre el ojo por dentro en su parte posterior. Esta es la capa más importante del ojo, puesto que contiene las células encargadas de captar las imágenes luminosas del exterior, las cuales son transformadas en una corriente eléctrica y enviadas al cerebro a través del nervio óptico. Es en el cerebro donde se produce la visión.
Que un paciente padezca o no retinopatía diabética depende de: La duración o antigüedad de la diabetes: mientras más años hayan transcurrido desde el diagnóstico de esta condición, mayor probabilidad de desarrollar retinopatía diabética; Del control de la diabetes, pues está comprobado que los pacientes que mejor controlan su glicemia presentan menos retinopatía. Por el contrario, el mal control de la diabetes se asocia a retinopatías más graves; y de la condición de embarazo, hipertensión arterial mal controlada o daño de riñón (nefropatía).
Mediante un reconocimiento que realiza un especialista en oftalmología que se denomina examen de fondo de ojo se sabe si la persona tiene retinopatía diabética. Para ello es necesario dilatar la pupila previamente. Es un examen corto e indoloro.
La retinopatía diabética no empieza con disminución de la visión. De hecho, en las primeras etapas de la enfermedad la visión puede estar normal y el paciente no notar nada especial. Por eso, toda persona diabética debe visitar a su oftalmólogo cada año -o cuando lo indique su especialista- para una revisión periódica que debe incluir un examen de fondo de ojo. De este modo se puede proceder con tratamiento láser, si está indicado, y evitar complicaciones.
En los casos moderados se necesitará de tratamiento láser y/o la inyección intraocular de sustancias que inhiben el crecimiento de vasos sanguíneos anormales en la retina. El objetivo de este tratamiento es frenar el daño e impedir que el paciente siga empeorando, es decir, ayudarle a conservar su visión. En casos muy avanzados, en los que ya no se puede aplicar láser, se necesitará de una cirugía especial, llamada vitrectomía.
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